Capítulo 21: "Corriendo peligro"

359 16 1
                                    

Luego, a la hora de cenar, se sentó junto a su familia y volvió a pedir perdón por haber metido la pata en haber confiado en ese hombre. Por último, recogió su plato y se subió de nuevo a su habitación, fue una noche completamente en vela, estaba pensando absolutamente en todo, en un encuentro que la podía llevar a la muerte si alguien la seguía o por casualidad se encontraban allí los dos asesinos en casa. Aún así, no quería echarse atrás, tenía demasiada sed de venganza; tanta, que no le importaba morir en el intento.

Sobre las seis de la mañana, se levantó de la cama con mucho cuidado, se puso ropa nueva, cogió las cosas y salió de su cuarto sigilosamente para no despertar a sus padres, que estaban durmiendo cómodamente.

Bajó las escaleras muy muy despacio para evitar el crujido de sus huesos y lo consiguió, nadie se despertó esa noche. Sin dejar siquiera una nota, abrió la puerta y se marcó a Bebington a buscar nuevas respuestas. Cogió el autobús y marchó pensando de nuevo en cómo sería su marcha, en si volvería con vida...

Fueron tres horas de viaje, llegó sobre las diez de la mañana, y lo primero que hizo, fue ir a comprar una pistola en una tienda de armas con la excusa de que era policía y la necesitaba con urgencia. El vendedor sin duda la creyó al sonar muy convincente, y se la vendió a un buen precio que Laura por suerte pudo permitirse.

Tras tener lo único que le faltaba para continuar con su objetivo, caminó rumbo a la casa de los asesinos ya que estaba cerca de su destino. El móvil no dejaba de sonar, sus padres ya la empezaban a reclamar y Brian le enviaba mensajes de disculpas, pero Laura no contestaba nada, no tenía tiempo aunque sí demasiada prisa por llegar al fin.

Tras diez minutos de marcha andando, llegó al barrio donde vivían los dos asesinos de Dick, se acercó al portal de la casa, y allí sacó un poco la pistola de su mochila. Tocó el timbre un par de veces seguidas y reconoció la voz que dijo "¡VOY!". Cuando él abrió la puerta, se quedó atónito ante la visita.

-No esperabas verme con vida, ¿verdad?-preguntó ella-

-No sé de qué me hablas.

Fue a cerrarle la puerta y Laura sacó la pistola apuntando a la frente de su contrincante.

-Métete para adentro, que no me voy a largar hasta que me des respuestas. ¡Andando!-ordenó ella-

Él obedeció y echó marcha atrás mientras ella se metía en la casa siguiendo apuntando a su objetivo, que tenía las manos arriba.

-Dime Gregory, ¿eres tú?-preguntó Laura-

-Baja la pistola y te contaré lo que quieras saber.

-¿Tú de verdad crees que soy estúpida?. Aquí las órdenes las doy yo ahora, y ahora tú harás lo que yo te ordene. Dime, ¿tú también colaboraste para matar a mi hermano?

Nadie respondía.

-Tienes tres segundos. Si me lo cuentas bajaré la pistola, de lo contrario no me voy a pensar un puto segundo en dispararte. Uno...

Nadie respondía.

-Dos...

Y antes de llegar al tercer segundo, accedió a contarle la verdad y como bien Laura había dicho, bajó la pistola.

-Stuart nunca fue un ocupa, ha estado todo este tiempo viviendo en esta casa conmigo. Te mentí porque quise cubrirlo...¿Y cómo traicionar a mi hermano?

Laura se quedó sorprendida, ese hombre no era el otro asesino desaparecido.

-Cubriste a tu hermano pero le ayudaste a ser peor persona al haberlo llevado ante mi con esas absurdas preguntitas sobre mi paradero y todo ¿para qué? ¿para que me matara a mí también?

-Yo no quería...

-Si Stuart es tu hermano, tienes que saber qué fue del otro asesino

-Yo no sé nada, las respuestas las tienes en mi hermano.

Laura se quedó pensando un par de segundos y de nuevo volvió a alzar la pistola apuntando a la cabeza sin temblarle el pulso, la venganza la cegaba por completo.

-¿Qué haces?. Dijiste que no me matarías.

-Tu hermano mató al mío, es justo que estemos en igualdad de condiciones.

-Entonces irás a la cárcel.

Laura esbozó una sonrisa maliciosa.

-¿Tú de verdad crees que si yo supiera que voy a ir a la cárcel te estaría apuntando con una pistola?-dijo ella soltando una pequeña mentira para asustarlo un poco más-

-¿Quién coño eres?

-Alguien que no tiene miedo a nada, ni siquiera a tu hermano ni al puto violador que lo acompaña.

De pronto, la puerta empieza a escucharse, los nervios de Laura aumentaban cada segundo que pasaba, enrolló el brazo izquierdo alrededor del cuello de su hermano y con la otra que tenía libre, lo apuntaba en la sien con la pistola. Cuando se encontraron cara a cara, Stuart sacó también una pistola que tenía guardada y apuntó a Laura, pero Laura no estaba dispuesta a rendirse.

-Suelta la pistola y no pasará nada-dijo ella mirando a Stuart a los ojos-

-La estás cagando, ¿crees de verdad que con esta actitud vas a volver a encerrarme?

-De momento soy capaz de eso y mucho más, por ejemplo, de matar a tu hermano si no bajas la pistola, y creeme que va enserio. Así por lo menos sabes lo que se siente.

Stuart vio la verdad en los ojos de Laura, que supo por esa última frase que iba totalmente enserio, asíque bajó la pistola, pero Laura no estaba conforme.

-Déjala en el suelo y ponte de rodillas ¡vamos!

Stuart volvió a obedecerla lentamente.

Poco a poco, Laura se acercaba a la salida sin soltar al hermano de Stuart y al conseguir salir, lo empujó contra el suelo y salió corriendo. Stuart se levantó cogiendo la pistola y salió tras ella disparando sin miedo para matarla. Al llegar casi al centro, cogió rápidamente un taxi antes de que llegara a alcanzarla, consiguió meterse dentro ilesa, pero Stuart seguía disparando y reventó el cristal trasero del coche de un balazo.

Laura, harta y muy cabreada, cargó su pistola, se asomó por la ventanilla y disparó. La bala fue a parar al hombro de su enemigo, que cayó al suelo de rodillas retorcido de dolor, pero se levantó y se fue corriendo a casa para ser curado.

Cuando se dio cuenta de lo que había hecho, se maldijo, si él denunciaba, sería Laura la que acabaría entre rejas aunque aportara pruebas de las amenazas que Stuart le enviaba a casa por cartas anónimas.

Laura le dio al taxista el dinero suficiente para que reparara ese cristal hecho pedazos y le dijo que parara para coger otro taxi. Pidió disculpas de todo corazón dando las razones de por qué llevaba una pistola consigo y el hombre como no, la perdonó y continuó su camino.

Al cabo de cinco minutos, ella esperaba ansiadamente un taxi para irse de nuevo a Liverpool y dar explicaciones de su marcha cuando de pronto, muy cerca de ella, alguien la acechaba y se le aproximaba despacio hasta que se dio cuenta de que Jack la había seguido todo el camino.

A 4 Kilómetros (Editorial Dreamers)Место, где живут истории. Откройте их для себя