He is the new black || Harry Potter ||

Capítulo 6: Cuervo dorado

- Primogénito de tu pasado, ángel negro y taciturno de ojos letales; Dios de las tinieblas sin término, y del sueño que no tiene fin, del olvido irreparable; tu de alas fúnebres que vives del salobre jugo de las lágrimas; padre del silencio; rey de las soledades misteriosas del más allá; señor del desamparo; tu a quien a la muerte sirves por propia voluntad, aquel que separó su alma para guiarla a una nueva vida terrenal, tu monarca de criaturas, tu el tan temido cuervo dorado. Un ser lleno de realidad que con su gran aura dorada alumbrara las almas que la muerte ha de reclamar. Harrison Azrael Vasilis Morte el significado de tu nuevo nombre va más allá de simples letras pues una profecía va detrás de el, no me queda ninguna duda pues el nombre junto a su destino lo he otorgado yo, la Santa Muerte - Hace solo unos momento su cuerpo se encontraba en total control del dios Morfeo. Los sueños oscuros subyacentes del pasado ya eran recurrentes, ergo, las pesadillas ya eran parte de su nueva realidad.
Por un instante los recuerdos de la guerra que repetidamente aparecían en sus sueños continuaron hasta que todo se volvió aún más oscuro y mórbido.

Los sucesos del sueño estaban dispersos lo que le hacía complicado recordar pero su cuerpo resentida lo dolorosa y tormentosa que su pesadilla pudo ser.
Sus músculos se encontraban dolorosamente entumecidos; hilos de sangre se deslizaban desde las palmas de sus manos por la presión que sus uñas ejercieron en ellas; su garganta se encontraba totalmente seca y en su lengua el sabor a hierro hacía presencia. Un ardor apenas soportable se extendía por su costado izquierdo, casi como si algo estuviera tatuado en su piel, con pasos algo burdos camino hacia el viejo y manchado espejo de su habitación donde parcialmente observó aquello ardiente en su piel, trazos a carne viva se dibujaban en su piel como si de un lienzo se tratase, las líneas curvas creaban un vaivén de majestuosas plumas y, de perfil, un solo ojo de un intenso color escarlata parecía observarle. 

Agradece no recordar a detalle aquella extrema experiencia vivida en las tierras de Morfeo, pero aunque no la recordará todo lo auditivo de la experiencia estaba más que vívida, gritos, súplicas, llantos, gruñidos, susurros, y junto a todo esto una gélida y tormentosa voz que bailaba sin prisas en su cabeza; una voz peculiar que ya había tenido la desgracia de escuchar anteriormente, la voz de la Santa Muerte. Seguramente la muerte se había inmiscuido en sus sueños con permiso de Morfeo, que parece ser tampoco está mucho de su lado, y así su orgullo seguiría intacto pues después de abandonarlo en esta vida ella prometió no entrometerse.

Observar, desde las sombras, como, aquella extraordinaria criatura que cautivo su oído con el bello canto de su alma, se hundía en sus propias memorias llenas de demonios guiándose así por un camino de eterna destrucción, eso sin duda sería una hazaña digna y satisfactoria de ver.

Su magia se encontraba un tanto descontrolada y en el espejo, donde su rostro se mostraba cansado y lleno de ojeras, sus ojos se coloreaban más del bello ámbar cobrizo que allí resaltaba.

En la oscuridad de su alma un tumulto color oro se sacudía con fuerza en un augurio venidero avalado por la irrefutable prueba que sostenía entre sus, largos y blancos, dedos.

- Colegio Hogwarts de Magia y Hechicería.

Director: Albus Percival Wulfric Brian Dumbledore.

Querido señor: Harrison Vasilis

Tenemos el placer de informarle que dispone de una plaza en el colegio Hogwarts de Magia y Hechicería. Por favor, observe la lista del equipo y los libros necesarios. Las clases comenzarán el primero de septiembre. Esperamos su confirmación.

Muy cordialmente,
Minerva McGonagall
Subdirectora

Los alumnos de primer año necesitarán... - la información que se mostraba a continuación ya no era de mi interés, una sola mirada bastó para recorrer las últimas líneas de dicha carta sin necesidad de reparar mucho en ella, con total calma deposite las hojas sobre el antiguo escritorio dentro de mi habitación. La noche estaba a punto de cerrar sus ojos para dar paso a la fría madrugada y sólo hace unos segundos Harrison se dispuso a leer la carta que en su posesión se encontraba desde el amanecer, parece ser que tendría mucho trabajo por hacer. Incógnitas por resolver y recados por realizar.