I.

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Un nuevo día empezó en villa Flan. El sol salió con fuerza, metiéndose por las ventanas de aquella gente imprudente que se dejó la persiana levantada la noche anterior y ahora se veían forzados a abrir los ojos demasiado temprano. Gente imprudente como la pequeña Nuria, que se quedó hasta tarde acabando un trabajo para el instituto y se acostó demasiado dormida como para acordarse de bajar la persiana.

Se tapó la cara con las mantas en un intento de seguir durmiendo pero al ver que aquello no funcionaba abrió un ojo y se destapó molesta. Miró el reloj "las siete y cuarto"... aun le quedaba otro cuarto de hora para que sonara la alarma pero ya se había desvelado y no iba a poder dormir más.

Por eso se levantó, se calzó las zapatillas de ir por casa y, poniéndose su bata de Fígaro, se fue a ver si molestaba a su hermana un rato. Sus habitaciones estaban al lado, separadas solamente por el baño que compartían, por eso tardó menos y nada en estar frente a su puerta. Llamó una vez, sin obtener respuesta y supuso que estaría aun dormida, pero había ido allí con la misión de molestarla así que siguió intentándolo.

-Marinaaa- llamó mientras volvía a darle a la puerta- Marinaaa despierta que me aburrooo... Marinaaaa joooo, a que me enfado no respiro y me hago pera- puso la oreja para ver si su hermana le contestaba pero nada... ni un sonido- Oye deja de pasar de mí, no seas mala.


Al ver que la mayor no le hacía ni caso y negándose a estar diez minutos aburrida como una ostra decidió abrir la puerta a pesar de que sabía que se iba a ganar una buena bronca por entrar en su "territorio" como le gustaba llamarle para picarle.

-Buenos dí.. AHHHHHHHHHHHHH- se quedó la frase a mitad, cortada por un grito que le salió del alma y le dejaría secuelas en la garganta durante un tiempo- ¡MARINA!

Los gritos de la niña alertaron a su madre, que apareció corriendo con el pijama descolocado y el pelo deshecho de haberse acabado de levantar de la cama. Lo que vio nada más llegar a la puerta de la mayor hizo que cayera al suelo impresionada por la escena.

Sobre la cama yacía el cuerpo de lo que una vez fue su hija, pero que en ese momento no era más que una muñeca manchada de sangre que se escurría por las sábanas blancas hasta el suelo creando un contraste macabro. Algo o alguien había entrado por la noche sin que se enteraran y había llenado el cuerpo de la chica con mil y un mordiscos, dejándola allí desangrándose a la espera de que alguien la encontrara.

La pequeña se derrumbó al lado de su madre demasiado en shock como para llorar ¿Cómo había podido ocurrir aquello? ¿Cómo no se habían dado cuenta de que su hermana estaba en peligro?


Sin saber de dónde sacaron las fuerzas se levantaron acercándose a la chica que, si no hubiese sido por la sangre derramada, parecería que simplemente estuviese durmiendo allí tumbada con esa expresión calmada. La mayor se abrazó al cuerpo sin vida de su hija, importándole poco mancharse de sangre o estar estropeando posibles pruebas que les llevaran al asesino.

La menor se acercó y se sentó en el suelo para coger la mano de su hermana como hacía tantas veces desde que eran niñas. Fue en ese momento, sintiendo la piel fría como el hielo sobre la suya caliente, en el que por fin se dio cuenta de que su hermanita había muerto y nunca más volverían a estar juntas. Rompió a llorar, uniéndose a su madre en el llanto desconsolado de alguien que ha perdido a su ser más querido en el mundo.


-Uri...Urieliii- llamó una voz grave desde la entrada- Nuriii, Marinaa ¿Hay alguien en casa?- oyeron la puerta abrirse pero no tenían la fuerza suficiente como para despegarse de la chica- Estaba haciendo la ronda y venía a ver si queríais que os llevara al coleg- ¡Dios mío! ¿pero qué ha pasado?

El misterio de Villa FlanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora