Un largo tiempo pasó desde que llegaste a Karmaland, habían pasado por muchas experiencias que se habían convertido en recuerdos con el paso del tiempo. Te habias enamorado de uno de tus compañeros, Rubius específicamente. También habías formado una...
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Omnisiente
Despertaste al recordar lo que había pasado. Empezaste a sentir como las lágrimas se resbalaban por tus mejillas. Estabas decidida a lo que harías, ya nada valía la pena. Era muy temprano, como las cuatro de la mañana. Tu ropa estaba empapada de sangre, así que te levantaste, fuiste al cuarto de la pareja y agarraste un poco de ropa de Lanita. También te llevaste una sudadera de Luzu por el frío. Estabas a punto de irte cuando te decidiste a darte la vuelta, para echarle una última mirada a la casa de tu mejor amigo. Luego de eso procediste a irte. Había un silencio infernal esa noche, lo único que es escuchabas eran tus pasos. La luna y las estrellas era lo único que te iluminaba esa noche. Tenías planeado ir a tu casa para poder hacerlo. Paso alrededor de media hora cuando llegaste a tu casa. Todo permanecía completamente igual que como lo dejaste la última vez. Dedujiste que aún no habían encontrado el cuerpo, pues no había nadie inspeccionando tu casa. Al entrar no había nadie, aunque de todas formas ¿Por qué habría alguien en tu casa? A nadie le interesas. Fuiste a tu pieza y habriste el ropero. Al bajar la vista te encontraste con una casa, al abrirla, encontraste varias fotos de todos tus compañeros. Las viste unos segundos y decidiste continuar, pues ya no había vuelta atrás, segun tu. Abajo de todas esas fotos, encontraste una soga. una soga que llevabas conservando mucho tiempo, por si acaso. Guardaste otra vez la caja, no donantes llevarte una foto contigo, una foto en dónde estaban todos reunidos. Tomaste una silla y ataste la soga al techo con un pequeño agujero ajustable, para que cuando pongas tu cuello en el, no haya vuelta atrás. Antes de continuar, te sentaste en la mesa no sin antes agarrar una lapicera y la foto. Cuando te sentaste, diste vuelta la foto y empezaste a escribir. Podría narrar lo que escribiste, pero realmente no tenía nada de especial. Lo típico, los quiero mucho, no tienen la culpa, me sentia vacía y diferente, que no encajaba. También habías escrito el ataque que te había hecho nieves, y que la habías matado, diciendo dónde estaba, pues no te habías desecho de la evidencia. Por último, acabaste con un "los quiero a todos chicos, recuerden que no es su culpa". ¿Que?¿Pensaste que te confesarias? Pues no, aún sentias que era inútil, si de todas formas moririas. Acabaste la carta y colocaste la lapicera aun lado. Ya era hora de el final. Te subiste a la silla y pasaste la soga por tu cuello. Ajustaste fuertemente para asegurarte que no te soltará cuando decidieras saltar. Y lo hiciste, saltaste. Corriste la silla rápidamente para ya no arrepentirte de tu decisión. Mientras te quedabas sin aire recordabas los momentos pasados con aquellas personas que tanto querias. Cada evento, cada salida, cada fiesta en casa de Vegetta. Y más importante, tus momentos con Rubius. Cerraste los ojos y dejaste de respirar. Acabaste con tu existencia. Y no volverias.
Fin.
516 Palabras
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