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El bajito tomó asiento pesadamente en una de las sillas del lugar

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El bajito tomó asiento pesadamente en una de las sillas del lugar. El estudio de tatuajes iba a cerrar en unos diez minutos, y el último cliente estaba siendo atendido por Felix.

Jeongin ya había terminado de contarle la razón por la cual necesitaba su ayuda, y el problema que había tenido en casa a causa de no estar teniendo muy buenas calificaciones en varias materias. Changbin lo había escuchado atentamente todo el rato, asintiendo de vez en cuando en señal de que le estaba haciendo caso.

Ahora, y después de que un pequeño discurso de ánimo por parte del bajito, tomaron asiento y se dedicaron a buscar formas para solucionar el problema.

–Bien, niño... Tampoco es tan raro, ¿No crees? –ladeó la cabeza– Tu madre siempre fue muy estricta en ese aspecto... –masculló, rememorando los afilados vistazos que le dirigía la mujer siempre que se cruzaban en la calle.

–Sí... Pero jamás pensé que me quitaría algo tan importante para mí como lo es la música... –suspiró, apoyando la cabeza contra la pared mientras hacía un puchero con sus labios– Y ahora no sé muy bien qué hacer... Vine aquí en busca de consejos para encontrar trabajo, ya que tú ganabas tu propio dinero, pero viendo dónde estás metido... –dejó la oración inconclusa, y trató de no juntar sus miradas cuando el mayor enarcó la ceja en su dirección.

–Bueno, la verdad es que tienes un punto –admitió, soltando una suave carcajada–. Gano dinero porque estoy metido en cosas... "Ilegales" –hizo comillas con sus dedos, bufando al terminar de hablar–. Corea para estas cosas está demasiado atrasada. En otros países puedes ser tatuador sin tener ningún título médico...

–¿Cómo se te ocurrió venir aquí? –se interesó el más joven, mirándolo con la curiosidad más sincera– ¿Cómo has sobrevivido...?

–Waoh, Innie, pintas este lugar como si fuera un matadero o algo así –se rió Seo, aunque podía llegar a comprender el por qué de esos pensamientos. Las zonas altas no respetaban a los barrios bajos, y estos, en realidad, tampoco tenían muy bien vistos a la gente rica–. No ha sido tan... Difícil. Como verás, aquí nadie sabe mi verdadero nombre, por lo que no me asocian con la familia Seo –eso último lo susurró, y Yang ahí pudo comprender por qué se alteró tanto antes cuando mencionó su nombre–, cosa que ha hecho que me ahorre varios disgustos. Agradezco que mis padres me hayan mantenido en el anonimato, si no hubiera sido así, posiblemente esto no estaría siendo posible.

–¿Siempre quisiste ser tatuador? –indagó, intrigado. Changbin era como un baúl lleno de secretos que le encantaría saber, y no le importaría escuchar. Era de esa clase de personas que generaba curiosidad solo por su existencia.

El mayor pareció pensarlo antes de responder. No estaba del todo seguro con la respuesta. Sí, le gustaba tatuar, al igual que le gustaba dibujar, y disfrutaba de la adrenalina; por lo tanto ese trabajo le venía que ni pintado. Aún así, y después de divagar por un rato, terminó encogiendose de hombros.

Tattoo || HyunIn Donde viven las historias. Descúbrelo ahora