Capítulo 9

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Bajé del auto al igual que ella y sentí cuando el frío me rozó los brazos.

"Ven, vamos. Tenemos que ir a uno de esos vehículos". Hizo un movimiento con la cabeza indicándome que la siguiera.

Nos acercamos más y pude ver un camino algo extenso y otras tres personas que querían subir al negro transporte que tenía como piloto a un señor. Me paré justo antes de subir. Chaewon me miró.

"¿Qué pasa?". Preguntó.

"Hay mucha gente y no me gustan los lugares con tantas personas, menos si son tan pequeños como este vehículo". Dije con temor.

Ella rió.

"¿Tienes miedo?".

"Que no me gusten estas situaciones no quiere decir que tenga miedo". Mentí, pero tampoco quería que ella pensara que soy una cobarde.

Ella volvió a reír.

"Ven, no tengas miedo, te dejaré del lado de la ventana". Me extendió la mano para que yo la tomara y su cálido tacto era algo que no podía rechazar jamás.

Me tomó de la mano, sujetándome fuertemente y haciéndome sentir completamente segura, era como si el infantil miedo de antes se hubiera evaporado como el aliento frío que sale de la boca y no tarda más de tres segundos en desaparecer.

Subí al diminuto vehículo y ella se sentó a mi lado mientras que las otras personas se sentaban delante de nosotras. El conductor arrancó el auto y este mismo comenzó a moverse, me estremecí un poco. Chaewon me miró, y en su mirada había una ternura que brillaba, ese par de ojos que brindaban una auténtica protección con el resplandor que soltaban.

"¿Estás bien?". Preguntó y su voz se llenó de dulzura.

"Perfectamente". Musité atontada.

Me sonrió, y aquella sonrisa hizo que miles de burbujas se inflaran en mi estómago y flotaran en él.

Miré la ventana abierta que estaba a mi izquierda, sintiéndome más segura que hace unos segundos y me topé con el cielo grisáceo. Despegué mi mirada del cielo y vi como los ladrillos se elevaban formando un edificio barroco y arcaico color beige. Oía el murmullo de las personas delante de nosotras, un murmullo ininteligible para mí, puesto que su idioma era diferente al mío; mientras que el conductor maniobraba con el volante haciendo que el auto doblara, provocando que la brisa me acariciara el rostro.

"¿Sabes por qué se llama Los jardines de Luxemburgo?". Preguntó Chaewon, interrumpiendo mi análisis del paisaje.

"¿Por qué?".

"Bueno, éste jardín es parte del Palacio de Luxemburgo. Al principio sólo tenía 300 metros de ancho, hasta que la reina regente de Francia, María de Médici, decidió comprar los terrenos adyacentes entre 1614 y 1631".

"Nada romántico. Pensé que había ocurrido alguna historia de amor o algo por el estilo". Me reí.

"No, pero la gente le ha dado tanta fama al lugar que les sirvió a algunos escritores de novelas para inspirarse en ese género literario. En realidad, el Jardín de Luxemburgo aparece en la famosa novela de Víctor Hugo, un escritor parisino. La historia se trata sobre un hombre llamado Marius que conoce a Jean Valjean y a su hija, Cosette, y queda perdidamente enamorado de ella".

Me reí, encantada por su brillante explicación.

"¿Por qué te ríes?". Preguntó divertida.

"Porque pareces de esas maestras de colegio y me haces sentir como una alumna".

"Parce que dans ce cas, je suis heureux d'être votre professeur". Rió.

No sé que me había dicho, pero sea lo que sea me hizo ruborizar, el acento francés adornaba su melodiosa voz de terciopelo y hacía que las burbujas de mi estómago se agrandaran más.

El manual de lo prohibido (2kim)Where stories live. Discover now