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Postrada con la fragilidad más evidente que la vida le había permitido vislumbrar hasta aquel momento, JeonGguk percibió a su amada. Sin evitarlo acerco su mano para palpar la realidad que la mera existencia de Yuqi le otorgaba.
La realidad de no poder huir.
El cálido roce proveniente de la mano del JeonGguk termino por quebrar el desmoronado corazón de Yuqi. Si él seguía ahí después de todo solo demostraba una cosa: Amor.
Dejando pasar los minutos, escucho como algo era arrastrado para terminar sintiendo como un pequeño golpe sacudía levemente su cama, abriendo los ojos si prisa, contemplo al sueño de aquel reconocible aroma tomar asiento a su lado.
- Nunca quise involúcrate en esto – inicio sin evitarlo, las lágrimas brotaron imparables por sus cansados ojos – pensé que ... que eras la oportunidad que la vida me daba de amar, pero me equivoqué.
A pesar de la obscuridad que la penumbra otorgaba, Yuqi pude ver como aquel que estuvo dispuesto a darlo todo por ella palidecía.
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Una ligera capa brillaba finamente aun estando cargada de aquella adherida ansiedad, posando indiferente sobre su frente, favorable era no tener la mirada preocupada de la agente Novakov sobre él, pero el hecho de que estuviera ayudándole a empacar lo necesario no hacia más que recordarle lo que una gran mujer podría hacer en favor de la justicia.
La justica, aquella que por sus estrechas sendas lo guió en madurez y sin buscarlo le hizo tocar puerta al amor. Aquel que cual grandes luminarias en penumbra le habían hecho saber que no solo un Candel podía disipar la obscuridad, sino también la compañía idónea.
Sook.
Más que un nombre atado a su corazón o un roce tatuado en su piel seria hasta el fin de su existencia los cimientos de su alma.
- Todo está listo Young Soon, ya verifiqué que no nos falte documento alguno.
- ... bueno ¿Ya podemos partir?
- Ya podemos.
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- ¿Qué haremos?
- Seguir con el curso marcado, no podemos hacer movimientos, sería una cacería de brujas – aseguro Nam Joon a su mayor.
- Esta vivo, hasta no verlo perder el pulso frente a nosotros debemos actuar con anticipación, como si estuviera buscando a Yuqi, de no hacerlo ella estará en peligro – con un pesado suspiro, SeokJin trato de recuperarse por la noticia – la zona ya debe estar peinada en busca de los restos y si no hay restos estarán seguros que está viva, después de todo la conocieron los Min.
- Aún así, no podemos dejar que las cosas no sigan su curso, mamá merece ver a su hija.
- No podemos movilizarnos ahora, el estado de Yuqi es delicado.
- ¿Quién hablo de mover a Yuqi?
- ¿Traerás a mamá?
- Si. Nada impedirá que mamá sea alejada de su pequeña, no más.
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- ¿Equivocarte? ... con que así vez la situación – la ausencia de emoción en su voz solo terminaba por quebrar las cenizas de voluntad que le quedaban a Yuqi – es respetable tu manera de ver las cosas, después de todo yo no he vivido lo mismo que tú, no tengo derecho a juzgarte, pero no olvides, la decisión de amarte siempre será mía – levantándose de la silla poso su mirada sobre el lecho en el que su amada estaba postrada – lo mejor será que te deje descansar.
Sus pasos hacia la puerta lejos de ser sonoros se percibían ausentes ante los oídos de Yuqi, de no se por su silueta encaminándose a la entrada del cuarto no podría confirmar su estadía.
Justo en la puerta y con la mano en la perilla su perfil emergió junto con el eco de su voz – Se que aún me queda mucho camino por recorrer, pero, a esta altura y después de todo lo que he hecho con tu familia me siento agradecido de que te hayamos recuperado con vida.
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Los cristales del ventanal transmitían un frío inquebrantable, uno que tal vez solo las balas podrían convertir en esquirlas a su paso.
Balas.
Su vida había sido un constante fuego cruzado, uno al que no se le había consultado a participar, el mismo día a día lo demostró durante años que en esa realidad tendría que vivir. Tal vez así era, pero no permitiría que su hermana pasara por lo mismo.
No cuando la misma vida le estaba dejando acceder a una senda que poseía lo que le habían arrebatado: libertad, una familia sumado a el albedrio de amar y ser amada.
El corazón de Hoseok latía por aquella causa y no iba a permitir que persona alguna le arrebatara la vida, no sin antes lograr devolverle la suya a su hermana.
Independiente a que la paternidad de su futuro sobrino fuera de Min YoonGi o no, haría todo lo que a su alcance estuviera para evitar que se viera ligado a toda la basura que ellos se llevarían a la tumba.
Tres ligeros toques a su puerta lo sacaron de sus pensamientos.
- Adelante.
- ¿Sin poder dormir?
- Al parecer estamos varado en la misma situación – afirmo mientras se alejaba del ventanal – a que se debe la visita ¿Hay noticias de Min?
- Por el momento, ni de YunKi y menos de Yoongi, pero, SeokJin esta seguro que sigue con vida y yo también lo creo - comento el mayor de los Kim para pausar con un leve suspiro.
- No creo que hayas venido a decirme algo que ya se. ¿Qué ha sucedido?
- Nada aún, pero tenemos continuar con el curso de las cosas, Yuqi tiene que ver a su madre y tu ayudaras con eso.
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Con la habitación sumergida en un silencio abismal, la obscuridad de esta se veía eclipsada en su totalidad por su sentir. Si bien sentía que había hecho bien al dejar en claro su postura con JeonGguk, su esfuerzo había sido en vano al escuchar la convicción en sus palabras, ya no tenia caso cuestionarse que tan lejos estaba dispuesto a llegar, no cuando había estado acariciando su mejilla después de estar al tanto de su pasado y consciente del porvenir.
Sus pensamientos fueron interrumpidos por el sonido de la perilla siendo girada y la puerta abriéndose. Lejos de ser aquel que había abandonado la habitación hace un rato, ahora la luz de pasillo enmarcaba la silueta de aquel que había resucitado de los muertos.
Aquel que podría ser el progenitor del fruto que crecía en su vientre.
