Capítulo IX

61 12 2
                                    

— ¿Y ese chico te gusta o algo así?

Preguntó la enfermera más a forma de molestar a Mark, aunque sinceramente le doliera hacer cualquier expresión Mark en su mente estaba seguro de que no le gustaba, era sólo atracción, que te guste alguien y que te atraiga no es lo mismo, pensaba él.

— No... Solamente me atrae, o bueno, sí, eso.

La enfermera suspiró y asintió acomodándose en su asiento antes de mirar al reloj, notando que era hora de suministrarle un antibiótico a Mark, y así lo hizo, con una jeringa lo hizo pasar por la vía intravenosa que tenía, desechó la jeringa y anotó en una hoja sobre una tabla de escribir para luego hablarle.

— Cuando el amor llegue a tu puerta, ábrele, ¿Sí? No te arraigues a la idea de la atracción y deja que las cosas sucedan, ¿Sí? Descansa, es algo tarde.

Antes de que Mark siquiera pudiese contestar la chica salió de la habitación, dejando la puerta cerrada con un Mark confundido en la camilla, el cual solamente miró hacia el frente mientras se hundía un poco su cabeza entre las almohadas.

Mark no sabía que mientras él estaba ahí, aguantando el dolor gracias a las medicinas en su casa sus padres habían llegado, llamaban tantas veces a los nombres de sus hijos que parecía que por primera vez en la vida de ambos eran algo de interés para ellos.

El padre, creyendo que sus hijos le veían la cara de imbécil, entró a la habitación de Juliette y no podía creer lo que veía, no había nada más que la cama desnuda, los armarios vacíos, las gavetas vacías, el televisor apagado y las paredes lisas, sin ninguno de los dibujos y pósters que ella tenía en su espacio.

Con una expresión confundida dejó abierta la puerta y fue al cuarto de Mark, en él la cama no estaba del todo desnuda, salvo por unas sábanas con manchas rojas, supuso que era por la paliza que le había dado a Mark, nuevamente, en la habitación no estaban los pósters de su hijo, el armario estaba abierto y sin nada dentro de él, ni siquiera se encontraban sus aparatos electrónicos, solamente su televisor apagado.

— Nathifa.

Dijo el padre, volteándose hacia la madre que estaba en la cocina acomodando unas compras.

— ¿Qué sucede?, ¿En dónde están?

— No tengo ni una maldita idea... No hay nada en sus cuartos, solamente la cama y esas cosas, no están ni siquiera las cosas que tenían en las paredes, tampoco están ellos, obvio.

La madre algo preocupada salió de la cocina hacia donde estaba su esposo.

— ¿Me estás jodiendo, cierto?

El esposo negó con la cabeza, dejando que su mujer viera las habitaciones de ambos hijos los cuales estaban tal cual se habían descrito anteriormente, los rostros de ambos eran poemas en tinta, pero no fue tinta si no un teléfono el que llamó a la policía, ¿Por qué?

¿Acaso le importaban sus hijos?, ¿Sabían lo que les pasaba? Vaya mierda de gente.

Una patrulla llegó al lugar al cabo de unos minutos y fue recibidos por ambos padres como si se trataran de víctimas de alguna sucia estrategia para joderlos, aún así la policía entró a las habitaciones pero los padres no eran idiotas, habían quitado las sábanas de la cama de Mark, no quería que vieran esa sangre que se había secado en la sábana.

— ¿Hace cuánto desaparecieron?

— No tenemos idea, llegamos hace poco a la casa y los llamamos pero ninguno contestaban entonces mi marido fue a sus habitaciones y estaban así.

— ¿Estaban solos o a cargo de alguien?

— Mi hermana iba a cuidarlos pero me dijo que ya se había ido y que había dejado a los niños en sus habitaciones.

— ¿Cuál es el nombre de su hermana?

La madre procedió a darle los datos necesarios junto con fotos de sus hijos que habían en las familiares, luego de eso una de las oficiales que se encontraba viendo la casa notó que estaban lavando ropa y que de hecho, había terminado, así que en una buena acción quizás, abrió la puerta de la lavadora, viendo una sábana con manchas de sangre en ella, no se había lavado del todo pero eran más que reconocibles, entonces ella volvió a dónde estaban.

— ¿Les puedo hacer una pregunta?

Preguntó la oficial, apoyando una de sus manos en su cadera.

— Oh, claro, ¿Qué sucede?

Repuso la madre.

— ¿Qué edad tiene su hija?

— Doce años.

— ¿Ya presentó su menstruación?

— Sí... Pero según sé éste mes ya la tuvo, siempre la tiene a principios de mes.

— ¿Cada cuánto cambian las sábanas?

— Cada semana, los domingos, ¿Por qué?

— En su lavadora tienen sábanas con manchas frescas de sangre.

El policía masculino y otro que estaba dentro de la casa se acercaron a los padres, manteniéndose alerta.

— ¿No que acababan de llegar y sus hijos no respondían?

— E-en efecto, señor.

— ¿Y decidieron ponerse a lavar las sábanas?

— Las habíamos dejado lavando en la mañana.

Dijo él padre tratando de calmar las aguas que poco a poco crecían.

— Falso, la lavadora justo acaba de terminar y está en un ciclo de muchísimo menos de una hora, quedan detenidos por sospecha de asesinato o agresión, llévenselos de aquí.

Fueron las órdenes de la policía que había hecho el descubrimiento y los demás obedecieron, los padres ni siquiera forcejearon, se dejaron llevar a la patrulla y oficialmente se había abierto un caso por posible homicidio, secuestro, agresión, maltrato o desaparición de dos jóvenes de los que solamente tenían fotos y escasa información.

--₡--

Muchas gracias por el apoyo que dan a mis obras, cuidense mucho. 💕🍒

El Pianista de Ojos Grises || MARKJAEWhere stories live. Discover now