11: Una galaxia agitada

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DoYoung tuvo el pensamiento lejano de querer tirar lejos la radio de aquel salón de prácticas, sin embargo, no pudo profundizar en él cuando la puerta del mismo lugar se abrió de golpe en medio de su entrenamiento. Por suerte, los espejos dejan ver que se trata nada más y nada menos que de Lee TaeYong. En definitiva, lo toma desprevenido. Contando el hecho de que, literalmente, había estado gritando y moviéndose por toda la habitación, su postura podría representar la de un loco en plena retahíla de barbaridades.

—TaeYong hyung —murmura DoYoung, mirándolo por un momento como si fuera irreal.

Pero, vaya que lo es. Enfundado en pantalones jeans oscuros, una chaqueta del mismo material y una polera color ponche, su amigo le sonríe en grande. Curiosamente, se ve tierno. Además, su cabello ahora tiene el color de las almendras.

TaeYong agita unas bolsas plásticas que ocupa en ambas manos. DoYoung comprende, sólo le pide tiempo para darse una rápida ducha y, al menos, despejarse un poco. TaeYong desaparece, como mínimo, hacia las mesas que están a unos cuantos salones de allí, al aire libre.

DoYoung no lo ha visto, cierta y concretamente, desde hace una semana. Desde la conversación por teléfono, las cosas se tornaron un poco delicadas. Tal vez se trataba por el hecho de abordar un tema tan delicado como ese. Era comprensible. TaeYong seguramente actuó protector por el lazo fraternal que ha surgido entre ellos. Si DoYoung lo pensaba así, lograba aplacar los chillidos que su lobo interior quería exteriorizar. Pensándolo más claramente, no quiere volverse una carga innecesaria para alguien que seguramente ya lidia con sus propios problemas. Es decir, TaeYong ocupa visiblemente una posición importante dentro de su familia, según lo previamente escuchado. También parece esforzarse cada vez más por tener notas sobresalientes. DoYoung de verdad no quiere sumarle problemas sentimentales ni mierdas existencialistas.

De todos modos, DoYoung apenas mencionó la ruptura. ¿Cómo reaccionaría a los años de tortura que vivió? Le ponía inquieto imaginar.

Las duchas del lugar son pequeñas, pero eficientes. DoYoung no se demora enjuagando el sudor. Cuando sale, fresco y sexo, pone sobre sus hombros una chaqueta de lana que llevó especialmente por los días ventosos que empiezan a azotar Seokdo. Una vez listo, justo antes de salir del salón, su vista captó la figura delgada moverse con parsimonia hacia la puerta. E hizo una mueca ante el reflejo.

Está más delgado, si es posible. Incluso a una distancia prudente, se notan las ojeras y el estado enfermizo de sus mejillas. Arrugando el ceño, viéndose como una muñeca de terror, sacada de los cines famosos japoneses. El pensamiento es divertido, pero, de cierta forma, siente que un gran saco de piedras cae en su estómago. Mucha mierda en aquellos días, definitivamente.

Primavera es la peor estación que Seokdo puede transmitir, al menos, desde su percepción. Le trae recuerdos, como en el encuentro familiar, que le ponen más nostálgico de lo que en realidad es. Un irracional sentimiento de añoranza se posa en sus hombros y no lo deja actuar con normalidad. Los recuerdos, los errores, las decisiones tomadas bajo presión... todo se amontona en una pila gigantesca en mitad de sus prioridades, como si buscaran de alguna manera hacerse visibles en medio de su vida cotidiana.

Encuentra a TaeYong organizando dos platillos en una de las mesas del comedor. El lugar no está lleno, apenas habitado por unos cuantos y, en el fondo de la cafetería, los conserjes. DoYoung los saluda desde lejos, acostumbrado a verlos ya.

Se sienta al lado de TaeYong, sonriéndole lo más tranquilizadoramente posible para no aterrarlo ni preocuparlo de forma innecesaria. Aunque, cuando choca con sus ojos, sabe que ha sido descubierto sin haber dicho nada.

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