1. Ahora es nunca.

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Un cielo oscuro. Nubes grises que dejan caer sus gotas de lluvia en aquel décimo cuarto día del mes de octubre. Un viento frío ingresa por la ventana de la habitación y mueve las cortinas blancas, tirando al suelo algunas lapiceras del lapicero, sobre el escritorio de madera. Ella se apresura a cerrar la ventana y levantar todo lo que terminó desparramado en el suelo. Una valija abierta yace sobre la cama y muchas prendas de ropa se esparcen por el lugar. Las puertas del placard se mantienen abiertas de par en par porque hay mucho que sacar y guardar.

-Te repito, insisto... lo que estás haciendo es una locura

-Mi vida se basa en locuras –una respuesta concisa- yo sé lo que hago

-No, no lo sabes –Estefi está sentada en el puf violeta. Su pelo largo cae por encima de sus hombros. - no está bien esto. Sophie, gorda, yo entiendo que te lleves para la mierda con tus viejos, pero no se soluciona escapando

-Yo no me estoy escapando de mis viejos, yo me estoy escapando de ésta vida que no elijo vivir

-¿Y los estudios? ¿Los chicos? –los amigos de toda la vida- ¿Ellos qué? ¿No valen que te quedes?

-Sí lo valen, pero éste impulso que siento acá me lleva a irme

-¡Pero en escapándote no está la solución, Sof! ¿Qué vas a hacer? ¿A dónde vas a ir?

-No te lo voy a decir –dobla pantalones para guardar- a ver, gorda... -y cruza por encima de la cama para acuclillarse frente a ella- tu sabes como soy, sabes que necesito que me dejen ser... y ésta es una manera muy clara de dejarme ser. Eres mi mejor amiga y sabes muy bien que irme no es escaparme, es aprender, reflexionar y querer ver que hay en ese otro lado del río que desconozco

-Es que te voy a extrañar... -susurra. Ella sonríe un poquito y se acerca a abrazarla fuerte para que dure mucho.

-Yo también

Sophie llegó al mundo en un otoño donde las hojas de los árboles deciden abandonar las copas de los mismos para caer sobre la acera y que los demás se diviertan pisándolas, sintiendo el crujir de la segunda estación del año. Sophie es hija de mamá Aline, papá Efren y hermana de Enzo. Hace dieciocho años que hace ruido en esa casa. Que se da a conocer con sus rebeldías, sus cánticos dentro de la ducha y la música a todo volumen, encerrada en su habitación de paredes violeta. Sophie no miente a los demás ni a sí misma. Se demuestra tal cual es y poco importa lo que los demás piensen. Discute cuando no está de acuerdo con algo y abraza cuando sabe que los demás lo necesitan. Sus estudios siempre los ejerció en colegios del estado, aunque sus padres querían que asista a algún privado. Cuando terminó el colegio, su hermano fue quien la acompañó a hacer los trámites para anotarse en la Facultad de Bellas Artes de México. Ella quiere ser artista. Porque ella canta, dibuja y pinta. Porque sus dos tatuajes lo demuestran. Una clave de sol en la mano y la palabra arte en cursiva, en compañía de un pequeño corazón, escrita en tinta negra en el dedo mayor de la mano izquierda.

Sophie es impulsiva por naturaleza. Todo en su vida se basa en impulsos. Ríe por impulsos, discute por impulsos, besa por impulsos y abraza por impulsos. Por eso mismo, hoy, Sophie decide irse de su casa. Escapa. Desaparece del lecho materno. No quiere estar más allí. Y también, lo hace por impulsos.

Cuando todos duermen en su casa y el silencio es abrumador, se despide de ese mundo que cree de ella bajando las escaleras en puntitas de pie. Se sostiene del picaporte de la puerta y suspira. No hay nada más que explicar, y se va.

|| Apagar las estrellas y extinguir el sol
es el capricho del ocaso
al caer la noche, tomaré el avión
si la duda es el pasado.

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