3. Vuelta por el universo

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Emiliano tiene sus diecinueve años.

Ojos verdes, nariz diminuta, pelo castaño oscuro y finito, y una sonrisa que enamora. Y puede enamorar a cualquiera, sea quien sea. Él es el hijo menor de tres varones: Nathan y Yael. También el consentido de papá Carlos y mamá Mónica. Es el tío preferido de Loana y el padrino ideal de Marcos. Es quien abandonó sus estudios de politólogo cuando tuvo la oportunidad de armar un bolso y viajar en compañía del más grande de los hermanos para recorrer el norte de México. Y desde aquel entonces, Emi comenzó a tomarle el gustito a esto que se denomina conocer, tomarse un avión, un micro o hacer dedo para que una camioneta te levante en mitad de la autopista para salir a recorrer, experimentar. Porque no hay nada que a él le llame más la atención que las distintas culturas.

Y cuando el norte le sorprendió, decidió irse al sur. Y aunque su hermano no pudo acompañarlo porque estaba a punto de convertirse en padre y no quería mantener una discusión con su mujer, él decidió hacerlo por su propia cuenta. El único problema era Lucía, quien le había tomado la mano días después de haber aterrizado nuevamente en ciudad de México. Ella no quería volver a dejarlo ir, y por eso lo acompañó. Y en una excursión en Río Negro, se pelearon y ella regresó a su tierra de origen. Es que Lucía no podía estar con un hombre que estaba a punto de convertirse en un nómade con todas las letras. Y él la dejó ir porque tampoco podría estar con una persona que no sabe respetar sus decisiones.

Él decide conocer los países limítrofes una tarde, escuchando música dentro de su habitación, mientras pasea por páginas web en su netbook. Su mamá lo ayudó a armar el bolso, mientras que papá le indicaba que lugares no podrían faltar en su paseo –es que él también tuvo sus épocas de nómade. Y allá se va Emi, a conocer el mundo que no sabía que existía. Él es simpático por naturaleza y sorprende a cualquiera con sus trucos de magia e ilusionismo. Aquellos que aprendió luego de varios años de haber estudiado por pedido propio. Es que siempre le llamaron la atención aquellas palomas que salían de las galeras y los pañuelos que se hacían eternos al quitarlos de los bolsillos internos de un saco. En cada país que pisa, con algún muchacho hace amigos. También tuvo su propio levante con las mujeres, pero nunca se pasó de la línea por las razones obvias: él viaja y no volverá a cruzársela.

Pero algo contrario ocurrió cuando vio a Sophie salir por las puertas del aeropuerto ecuatoriano. Sino, no se hubiese tomado el trabajo de acercársele para ofrecerle ayuda y hospedaje –casualmente, en el mismo lugar en dónde él se encuentra hace dos días. Porque a Emi le gustan todas las chicas (menos sus amigas), pero no juega con ninguna. Las observa y saca sus conclusiones. Y de Sophie pudo ver su franqueza, sus sentimientos transparentes, sus ojos grandes y su sonrisa enorme que obliga a sonreír a uno mismo.

-¿Por qué tendrás que siempre ser el más atento de todos? –Julia sonríe, con su delantal atado a la cintura, mientras finaliza de limpiar la mesada de la cocina.

-Deja los halagos para más adelante –Emi seca con un repasador la olla que ella acaba de lavar.

-¿Cómo estás, tu? Te veo muy sonriente, últimamente

-¿Sí?

-Sí, y no te hagas el tontito conmigo, eh –Julia es como una madre- me parece que ese corazón anda repiqueteando ¿puede ser? –él ríe.

-No sé –eleva los dos hombros. Ella lo mira de reojo, escondiendo una sonrisa.

-¿Quién es?

-¿Quién es qué? –no le sale hacerse el desentendido.

-Sophie ¿no? –y Emi suelta una risa chiquita- sí, es eso, es ella

-¿Qué tiene?

-No, no tiene nada de malo. Es una buena chica, simpática... media rebelde ¿no? –Emi le da la razón. Es que aprendió a conocerla en éste poco tiempo- pero lo importante es que tenga buen corazón. ¿Te gusta?

AbracadabraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora