Bajo la mesa (AiorosxAioria)

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Desde que se volvieran amantes los hermanos habían dejado de lado las salidas con amigos y su vida social se había reducido considerablemente, dada la insistencia de los amigos del mayor para verse, Aioros organizó una comida en su casa.

La comida estaba lista y Aioros había terminado de vestirse mientras su hermano menor apenas se reponía de la noche anterior.

—Si no vas a levantarte todavía, solo recuerda que no podré venir hasta que se hayan ido, quizás en unas tres horas habremos terminado así que dime si nos vas a acompañar.

—Me gustaría comer con ustedes, ya que la idea de saber que ninguno lo sospecha es muy excitante y cuando pongan un pie fuera estaré  listo para que me arrojes a la cama.

—Eso es demasiado tentador, me gusta la idea date una ducha y te espero en el comedor.

—Enseguida bajo.

Aioros esperaba y al poco tiempo bajó su hermano pero solo con un boxer y el cabello humedo aún, se le abrazó por la espalda mientras le mordía una oreja.

—¿Tenemos tiempo antes de que lleguen? – comenzó a presionar el miembro de Aioros por encima del pantalón

—No lo creo,  Milo y Camus seguro ya estan en camino, no me gustaría que lleguen y nos encuentren de esta manera.

El timbre sonó de pronto y Aioros le hizó una seña a su hermano quien solo atinó a esconderse bajo la mesa.

El mayor que no se había dado cuenta se dirigió a la puerta para abrir y tal como esperaba Milo y Camus habían llegado.

—Justo a tiempo como siempre, pasen a la mesa en unos momentos más empezaremos.

Desde la entrada se veía el comedor y el pelimorado viendo la mesa dijo :

—Vaya un mantel, creí que solo se usaba en ocasiones muy especiales.

—Volver a reunirnos luego de tanto tiempo es una ocasión especial ¿no lo creen?

—Claro que lo es, te extrañabamos en el club deportivo – comentó Camus mientras iba a la mesa tomando la mano de su esposo.

—Ya sabes que las actividades en el trabajo me han mantenido ocupado, pero ya no permitiré que ese tipo de asuntos interfiera con salir de nuevo con ustedes.

Aioros sonrió y comenzaron a charlar, mientras por debajo de la mesa un castaño malhumorado se preguntaba como iba a hacer para salir de aquel sitio con ellos ahí.

Pero todo sería aún peor pues tras un momento de charla el timbre volvió a sonar y en la entrada estaban Afrodita Angello y Shura quienes llegaban con un enorme refractario.

—¡Aioros que bien luces! – Dita lo beso en ambas mejillas mientras le entregaba aquel refractario –Trajimos el postre.

—Que amables, pasen y tomen asiento enseguida les traere la comida.

Al poco tiempo ya estaba todo listo, se sento frente a ellos y todos empezaron a comer, sin embargo al poco tiempo Aioros dió un salto de pronto.

—¿Estás bien? – Milo preguntó al notar como incluso su rostro había enrojecido considerablemente.

— Si, solo creo que las especias se concentraron en mi carne y necesito un poco de agua, no se preocupen.

—Entiendo– Milo desconcertado  desvió la vista hacia su plato y siguió comiendo ignorando esa extraña situación.

Aioros bebia de su vaso cuando sintió de nuevo como por debajo de la mesa una mano recorría de su rodilla hasta su entrepierna provocando que casi escupiera el agua.

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