Capítulo veinticinco: Hola, Luke.

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Mientras Ashton se bebía el humeante café negro entre sus manos, Michael y Calum comían un monstruoso emparedado a la parrilla.

—¡Luke! —escuché decir mi nombre al chico que atendía la cafetería, no pensaba que tuviera mucha necesidad de hablar tan alto, pues solo estábamos nosotros y una pareja sentada casi del otro lado del bastante pequeño local.

Caminé hacia el mostrador y le agradecí al chico mi café, cuando quise sacar el comprobante de mi bolsillo, sentí algo plastificado dentro de él. Entonces lo tomé y ahí estaba; Carrie Ann. Todo había sido una locura de principio a fin y de pronto, no pude hacer más que sonreír. Todo se volvería una gran anécdota a su tiempo.

Deslicé el vaso a través de la barra y comencé a ponerle azúcar y crema, la campanilla de la puerta de entrada sonó y yo no encontraba las servilletas. Con la identificación aún en la mano me dispuse a buscarlas y tomar un par en cuanto las encontré, el menú de desayunos se me cruzó y le eché un vistazo.

—Buenos días, ¿qué desea ordenar? —escuché decir al chico con voz casi automática.

—Un cappuccino, grande, por favor. —Aquella voz me dejó petrificado y entonces me giré en su dirección.

El cabello color zanahoria me deslumbró. Ahora llevaba un vestido rosado que le llegaba debajo de las rodillas y una cinta celeste atada en el cabello. No había calcetines esta vez, llevaba unas bonitas sandalias y ella aún no me veía, así que me acerqué un poco más, cuando giró la cabeza, su mirada se topó con la mía. Me sonrió.

No supe qué decir. Y más allá de mi aspecto horrible o los moretones en mi cara, nada de eso me importó mucho y no evitaron que sonriera de oreja a oreja.

—Yo, esto te va a sonar raro y podría explicártelo si tú quisieras, claro, yo... —Me pasmé al instante y no hice más que estirar mi brazo para que ella tomara el pedacito de plástico de mi mano—. Hola, Carrie.

Ella se le quedó mirando por un instante y sus ojos avellana después se detuvieron en mí. Volvió a sonreír. Y esa sonrisa, superó cualquier pensamiento, cualquier posible escenario, cualquier reacción que yo habría podido imaginar.

Cuando Carrie Ann me sonrió, supe que todo había valido la pena. Nuestra pequeña aventura había terminado.

—Hola, Luke.

Los calcetines de Carrie (l.h. fanfiction)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora