Falling Down - Capítulo 43

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Tomé mi equipaje y salí de la habitación sin prestarle atención a las constantes miradas suplicantes que me lanzaban los luceros azules de Abraham. Esos luceros que me habían hecho suspirar tantas veces al querer encontrar lo que se expresaba tras ellos.

Ahora simplemente los veía vacíos para mí.

Seguí los pasos de Jaxon, el cuál me había encontrado llorando mientras acomodaba mi equipaje. Prefirió no preguntar nada pero sabía que en algún momento lo haría.

Él era otro mentiroso, pero no era su obligación decirme nada de lo que estaba pasando, así que no le culpaba.

Salimos y contuve varios sollozos al recordar cómo me hubiese gustado que las palabras en rojo en esos reportes fuesen otras. Me sentía completamente acabada. La única familia que me quedaba en el mundo, ya no existía.

Y ni siquiera había estado presente para intentar defenderlos, sino que simplemente me quedé con un jodido extraño que había logrado envolverme hasta hacerle quererle para luego simplemente mentirme como la poca cosa que en ese momento me sentía.

Levanté la mirada y observé la enorme cantidad de personas que descendía del barco a mis espaldas, mientras que las que ya habían descendido, como nosotros, se amontonaban en grandes masas a lo largo de todo el muelle que conducía al puerto.

—¿Se encuentra bien?— Me preguntó una chica castaña de ojos oscuros.

Tragué saliva y le miré.

—Hormonas del embarazo.— Dijo Jaxon antes de que yo pudiese formular siquiera una respuesta.

La chica sonrió y miró mi barriga falsa, lo que me dieron más ganas de llorar. Ya no quería más mentiras en mi maldita vida. Hizo un gesto de entendimiento con su cabeza y luego simplemente se alejó con una sonrisa.

Suspiré y le agradecí silenciosamente con la mirada a Jaxon. Él hizo una pequeña mueca y luego simplemente siguió caminando. Mi cabeza no había dejado de doler en ningún momento y las náuseas seguían presentes al recordar la impresión.

Seguí caminando mientras observaba como cada quién estaba sumido en sus propios problemas, y sinceramente deseé ser otra persona para no tener ese sentimiento de dolor y decepción clavado en el pecho. 

De repente, mis ojos se fijaron en una cabellera amarilla que estaba segura era inconfundible ante mis ojos. Mi corazón se aceleró y mis náuseas se incrementaron. La chica ladeó su rostro, dejando una perfecta visión de ese perfil tan característico.

Lana Parker. Estaba segura.

Mis manos soltaron el equipaje y las lágrimas comenzaron a salir con más fuerza, mientras mis piernas comenzaron a moverse rápidamente en dirección a la chica. Quería gritar, pero mi garganta estaba completamente cerrada. De repente, una mano en mi brazo me detuvo.

—¡Oiga! ¿Está bien? ¡¿Pasa algo malo con su bebé?!— Exclamaron casi en mi oído, pero mi vista se fijó en la cabellera rubia que comenzaba a desplazarse lejos.

—¡No, suélteme joder!— Exclamé quitándome del agarre del hombre.

Seguí corriendo, soltando pequeños sollozos involuntarios. ¿Era posible? ¿Lana estaba viva? 

Al llegar al punto donde había visto a la chica por primera vez, me detuve, ladeando mi cabeza mientras mi respiración era más que acelerada. Volví a divisar la cabellera rubia unos metros más allá, por lo que corrí y tomé a la chica del brazo, dándole la vuelta bruscamente.

Mi visión se hizo borrosa ante las lágrimas.

—Qué mierd... ¡Oh, joder! ¡¿Está bien?!— Exclamó la chica al ver mi barriga falsa.

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