Capítulo 4

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'Fade to Black'

Grecia, Athenas.

Junio, 06 de 1747

Daeryn despertó en el momento en que el sol comenzó a ocultarse por el horizonte.

Abriendo lentamente sus ojos rojizos intentó estirarse un poco, pero esa sola acción causó que ahogara un leve quejido, sintiendo dolor en casi todos los músculos de su cuerpo. Eso le hizo recordar lo que había sucedido durante la noche, y deslizó su mirada por su pequeña cama notándola más solitaria que nunca.

No le sorprendía que Minos se hubiera ido, pero no sin antes despertarla con unas caricias tan expertas que no tardó de encender la llama de su deseo, entonces le hizo el amor casi salvajemente dos veces más, de maneras que jamás pensó que podría ser posible. Lo cual, la había dejado agotada, satisfecha, pero prácticamente desmayada del cansancio. Entonces fue el momento en que el Espectro tomó la decisión de marcharse. Aunque desconocía si fue inmediatamente, o un rato después de caer dormida, sea cual sea la respuesta no cambiaba el hecho de que ahora estaba nuevamente sola.

Con lentitud se fue incorporando hasta quedar sentada, apartando las sabanas para evaluar su cuerpo. Y enarcó ambas cejas al ver como su pálida piel se vea un poco estropeada por moretones y marcas rojizas, que predominaban en zonas como en sus caderas, muslos, brazos y pecho. También estaba segura que debería tener en el cuello, pero honestamente no le dolían, solo su piel era tan delicada que un apretón medianamente fuerte podría magullarla, por ese motivo no le importaba. Por otro lado, detalló el manchón rojo entre sus muslos, y ni siquiera se alarmó al descubrir que era sangre ya seca, pues pensó que podría ser normal. Y a pesar que le dolía un poco no sentía que se fuera a derrumbarse por eso.

Entonces su vista se posó en sus muñecas donde se notaba claramente las marcas rojizas de los dedos masculinos que la habían apretado con fuerza. Pasó la yema de sus dedos por estas acariciando levemente la piel, pensando que este sería un pequeño recuerdo de lo que compartieron hasta que las marcas poco a poco desaparecieran.

Porque posiblemente él no regresaría.

Con suave suspiro alzó la mirada hacia la ventana, viendo las tonalidades naranja y roja volverse violetas. Sabía que había hombres que después de una noche apasionada se marchaban para no volver... o eso había supuesto al presenciar las veces que había ido a Megálo notando alguna mujer llorando desconsoladamente mientras otra la abrazaba con pesar. Estas murmuraban que la habían abandonado, y según lo que había escuchado sucedía muy a menudo a cualquier mujer si no escogían sabiamente. Pero a diferencia de todas, ella sabía muy bien en donde se había estado metiendo con su decisión, sobre todo al darse cuenta que el hombre de ojos amatistas no poseía ese tipo de afecto para con ella, por eso no se arrepentía en lo absoluto.

Aunque podría decirse que si comenzaba anhelar que volviera, pero ya la uso hasta casi romperla con su intensa pasión, así que no tendría por qué seguir frecuentándola.

Pero… eso no implicaba que una emoción de profunda tristeza se aferrara a su pecho, sin embargo, le tocaba aprender a superarlo o vivir con ello, porque, como bien se repetía, había sido su propia decisión.

Con ello en mente se dispuso a levantarse finalmente de la cama, tenía cosas que hacer a pesar que realmente deseaba quedarse entre la calidez de las sabanas donde aún desprendía su fragancia masculina. Pero no podía permitirse echarse en su cama simplemente porque sus ánimos habían decaído junto con la ida del Espectro.

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