Soledad y Compañía

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-Levántate y muéstramelo -la voz autoritaria se detuvo por unos segundos para hablar con más seriedad que antes- es una orden.

Asa miraba frente a ella los pies del jefe del clan Hyuga, arrodillada en el suelo con sus manos recargándose en el mismo, bajó al suelo la mirada de nuevo.

-Ya le dije que no puedo usar el Byakugan -ella negó con la cabeza- mi cuerpo... ni siquiera siento el chakra fluyendo desde ese día, ya se lo dije... algo está mal conmigo no puedo hacer ni un simple genjutsu...

-Tu cuerpo fue revisado por nuestros mejores médicos confirmando que estás sana, ¿Preferirías estar en prisión por tu delito de robar los secretos del clan Hyuga?

De nuevo cuando la voz severa del mayor habló el cuerpo de Asa tembló preguntándose ¿cómo había terminado de esa manera?, ella solo quería salvarle la vida al chico que amaba y a su hermano y compañero de equipo, por su mente no cruzó el robar ningún secreto de ningún clan.

Ella no quería admitir que las palabras de su maestra ya muerta tal vez eran ciertas.

-¿Eso es lo que quieres?, de acuerdo quédate aquí reflexionando sobre eso y vendré esta tarde pidiéndote por última vez que me muestres el Byakugan al que tienes acceso de no ser así en la mañana le informaré al Hokage de tu insubordinación y traición al clan y a la aldea, ya que no tenemos pruebas salvo el testimonio de mi hijo mayor y el encubrimiento de parte de su hermano, irás a prisión por seguridad y bienestar de toda Konoha.

Los pasos firmes sonaron en el eco de la madera de primera calidad de aquel dojo de entrenamiento perteneciente a la mansión Hyuga, el líder del clan acompañado de algunos miembros ayudantes se retiró dejando a Asa en soledad.

Dos gotas de agua cayeron al suelo manchando la costosa madera, Asa detuvo sus lágrimas de inmediato, nunca permitiría que la vieran llorar ya parecía lo suficientemente débil ante los ojos de los demás como para que también la lástima viniera a ella a través de sus ojos.

-Asa

Ella reconoció la voz de inmediato volteando por instinto hacia la parte abierta del dojo que daba directo a uno de los jardines bien cuidados del complejo del clan Hyuga.

Hizashi permaneció a distancia, aunque parecía que su cuerpo le rogaba por acercarse a Asa y abrazarla, los ojos aperlados miraron hacia ambos lados en busca de alguien que estuviera viendo o escuchando, al no haber nadie Hizashi se recargó de espaldas en la esquina del comienzo de la apertura del dojo, sus ojos se movían alerta de que si alguien de la rama primaria se acercaba él fingiría caminar para irse de inmediato cómo si pasara por ahí casualmente.

-Asa, escúchame sé que tienes miedo de lo que puede pasar, pero...-Asa prestó atención mientras Hizashi hablaba con calma y en voz relativamente baja para evitar ser descubierto dirigiéndole la palabra- tienes que mostrárselos, de otra forma ellos pueden...

-Déjame en paz Hizashi, prefiero ir a prisión a vivir en este infierno -Asa cerró los ojos con frustración, ella solo quería ir a casa después de unos segundos deseándolo abrió de nuevo los ojos y se levantó del suelo.

-Ellos no hacen amenazas en vano, ellos te mandarán a prisión solo porque no pueden comprobar si lo que dijo Hiashi es verdad, tienen más miedo por preservación de los secretos del clan que por saber si su heredero principal miente.

-¿"Ellos"?, no quieres decir "nosotros los Hyuga", "nuestro clan" -enojada se acercó a Hizashi encarándolo, él solo la observó con seriedad y aún nervioso de la presencia de alguien más, al final él entró al dojo con ella.

El Secreto de la LunaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora