Capitulo 2

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Volkov

Solicité el 10-38, y me dirigí hacia donde estaban abatidos los compañeros y los mafiosos en aquel almacén abandonado.
Vi el cuerpo de Leonidas abatido, no era la primera vez que era de los primeros en caer,
era uno de sus múltiples fallos comunes. Pronto sería expulsado del cuerpo. Vi a Brown, a Gordon, a Yuu... y a Conway. Me agaché a su lado y observé sus heridas, al igual que el resto, no eran graves, pero habían caído por la sobrecarga de adrenalina mezclada con la impresión del impacto. Sabia de sobra que me escuchaba, así que le susurré "hemos ganado, Conway, los tenemos. Tenemos al calavera."

Me acerqué a uno de los sujetos enemigos abatidos por la misma razón que los compañeros, le retiré la máscara de calavera, y cogí su DNI por si las moscas. Manolo, el mecánico. Suspire. Me disponía a acercarme al siguiente sujeto... pero entonces, tras meditar sobre el operativo me di cuenta de una cosa, ¿era Gustabo el infiltrado, o alguien que se le parecía? ¿Donde estaba ahora? ¿Y Dan? Entonces escuché sus voces...

Vi al subinspector quitarse el pasamontañas y distingui una cresta que era demasiado familiar. Estaba mal peinada y empapada en sudor, pero era imposible no reconocerla. Y su voz, tan característica. Era el, y justo frente a él, mirándome discretamente, su hermano, Gustabo. Hablaban del CNI.

V: ¿Horacio?

Dije, atónito, mientras él se giraba despacio, y creo, con algo de temor en su mirada. Vi como Gustabo sonreía de medio lado y se apoyaba en el coche que tenía detrás de él. Tragué saliva. Era el. Seguia en el cuerpo. Seguía siendo mi compañero y no había roto la promesa de que nunca me dejaría ni traicionaría el cuerpo.

Cuando estuvimos cara a cara, tragué saliva. Otra vez. Tenía la boca seca. Me sentía incómodo. El levantó la barbilla, esperando, supongo una disculpa. Pero no era capaz de hacerlo. No ahora. Iba a abrir la boca cuando escuché la sirena de los EMS. Salvado por la campana.

V: Buen trabajo-atiné a decir-. Ayúdenme a sacar los cuerpos para que los atiendan.

Me di la vuelta rápidamente y me cargué el primer cuerpo que encontré al hombro. No quería seguir allí.
Si Dan era Horacio, no era el Horacio que conocía. Dan era frio, cortante. No hacía bromas, no se le veía sonreír a través del pasamontañas. No podia ser Horacio.
Pero acababa de verle. Y aunque le vi sin pasamontañas y observé la cara de Horacio y sus ojos seguían siendo del mismo color de siempre, no tenían su luz y su energía. No sentía a Horacio a mi lado dejando en el suelo con cuidado al superintendente. Su cuerpo estaba allí, y notaba sus movimientos, ¿pero donde estaba su alma? ¿Por que no me rodeaba y daba calor como hacía antes cuando estaba a mi lado?

G: Horacio, vuelve a ponerte el pasamontañas, quien sabe. -susurró.- Buen trabajo, Dan, Volkov.

Asentí en modo de agradecimiento, mientras Horacio solo le miró a través del pasamontañas, le guiñó un ojo y dijo:

H: para eso están los héroes.

No, definitivamente, Horacio no habría dicho eso así. ¿Que cojones le estaba pasando? Quise agarrarle del brazo y llevármelo aparte para pedirle una explicación pero no podía. No ahora.

G: sin embargo, aunque soy también un héroe en esta historia, no estoy de servicio para seguir tratando a los heridos con vosotros y los EMS. Debo ir a comisaría. Nos vemos allí, entraré en servicio y redactaré un informe. Tengo la radio encima por si ocurre algo, y Dan, tienes mi teléfono. Díganle al viejo que estoy bien, que no se preocupe.

Gustabo se montó en un coche que había por allí cerca, al parecer, suyo y se fue.
Mire a Horacio, me estaba mirando, y rápidamente me aparto la mirada para agacharse junto a Conway, que empezaba a recuperar la consciencia.

Semper fidelis.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora