【❝Fueron mis recuerdos los que me llevaron de vuelta a ti. No importó cuánto traté de encerrarlos, no importó cuánto traté de odiarte, de olvidarte, siempre volví a ti.❞】
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Alacante, Idris
EL SONIDO DE los palos de madera al chocar y los gritos de batalla inundaban el amplio espacio del salón de entrenamiento. Colette estaba distraída, volando fuera de Idris. Atlas, en cambio, daba golpes sin piedad.
—¡Agh! —gruñó la castaña después de ser derribada y recibir un fuerte golpe al caer de espalda en el piso.
—No estás concentrada —le regañó su compañero.
—¿Quién dice que no? —refunfuñando, se levantó del piso y limpió el sudor que caía de su frente.
El castaño suspiró y colocó una mano en la cintura, mirándola acusatorio.
—¿Qué pasa?
—Nada, no pasa nada —rodó los ojos con desinterés y se dirigió al arsenal para dejar su vara y salir del salón de entrenamiento.
De echo le pasaba mucho, se sentía mal, terrible, como siempre en esa fecha. Atlas le estaba pisando los talones, persiguiéndola sin decir palabra hasta que llegaron al arroyo de los jardines.
—Es hoy, ¿no es así? —la detuvo con aquella pregunta.
—¿De qué estás hablando? —quería evitar el tema el mayor tiempo posible, pero sabía que no lo lograría por mucho tiempo más, Atlas la conocía como la palma de su mano, había estado con ella un año atrás en esa misma fecha.
—Colette, sabes de qué te estoy hablando, puedes decírmelo, ya hemos pasado por esto antes —se acercó con cariño a ella, acariciando su mejilla con sus dedos, infúndando confianza con un solo toque.
—Es hoy —dijo bajando la cabeza, tratando de evitar a toda costa las lagrimas mientras Atlas la atraía hacia él en un abrazo protector.
—Lo sé, lo sé bella*, ¿recuerdas el primer día que nos volvimos a ver? —la separó un poco de su pecho, lo suficiente para poder mirarla a los ojos.
