Capítulo 38

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Había pasado una semana del accidente, Hipo y Astrid estaban destrozados.

Astrid intentaba fingir que todo estaba bien, la realidad era que estaba en un estado de depresión horrible, sus padres lo sabían, Jack lo sabía, Valerio, Lu, los chicos todo mundo lo sabia.

Hipo estaba muy mal, no podía comer y lloraba mucho sus padres intentaban ayudarle pero no sabían que hacer, está vez era diferente a su última ruptura, Astrid no lo había engañado lo estaba protegiendo pero esto era para el más fuerte que lo sucedido con su anterior pareja.

Era lunes y todos debían ir a la escuela, incluido Hans hasta ese momento fue que lo inscribieron y que el podía entrar a la escuela. Ambos fueron obligados a llegar juntos así que llegaron en el carro de Astrid.

—Al menos finge ¿No?—le dijo molesto por la actitud que tenia la chica con él.

—En privado no necesito hacerlo, cuando salgamos del carro es otra historia.

Ambos bajaron del carro y todos dirigieron su mirada a ellos, Hans la abrazo por los hombros y ambos fingían una sonrisa

Pero todos, incluso las personas ajenas al problema de Astrid con Hans podían notar que la chica no estaba cómoda, no veían la sonrisa radiante como cuando estaba con el castaño.

Estaban sorprendidos por verla con alguien más, pero veían en la mirada y la expresión corporal de la chica que definitivamente ella no estaba bien con Hans.

La única feliz con verlos juntos era Merida, quien les tomo una foto y se la envió a Hipo.

Es una zorra y no lo admites.

Eso enfureció al castaño que aún se encontraba en el hospital, ver a Astrid con Hans lo hacía sentir horrible, ver la leyenda que le puso Merida lo hizo sentir peor.

Astrid no era eso, ella nunca hizo nada malo, nunca fue hipócrita ni mentirosa y Mérida la seguía tratando asi.

Esto no era fácil para ninguno.

Astrid caminaba a su casillero sola, ya que Hans tenía que ir por sus horarios.

—Hola Astrid—la saludo Brutacio abrazándola llegando con los chicos

—Hola chicos—sonrio levemente y los chicos la vieron preocupados, por mucho que ella quisiera esconderlo estaba fatal—Escuchen no quiero oírlo ¿Si? Se que tal vez no me veo bien pero no quiero hablar de esto.

—Astrid, estamos preocupados—respondio Brutilda tomando sus manos

—Si, Astrid—continuo Kristoff— ¿Hay algo que podamos...—no pudo terminar pues alguien llegó a apartarlos bruscamente.

—Cariño, no deberías hablar con esta gente.

—A ver imbécil—salio Lu—Tu no decides eso.

—Aw Lu, siempre tan oportuna cuéntame ¿Ya aceptaste que Guzmán no te quiere y nunca lo hará?—pregunto molestando a todos, ellos se habían encariñado con Lu muy rápido.

—Dioses—se burlo—Tu si que no tienes armas buenas para defenderte.

—¿Por qué te metes en lo que no te importa Lucrecia?—pregunto enojado acercándose a ella pero no sé intimidó.

—Hans, ¿Tu sabes por qué estoy delgada?—pregunto haciendo que todos se confundieran un poco—Por que siempre me veo gorda ¿Sabes por qué soy la mejor? Por qué nunca me conformo—contesto con suficiencia.

—Deberias aprender a meterte en tus asuntos y no en los míos.

—¿Eres feliz en este momento? Siendo la marioneta de tus padres haciendo lo mismo todos los días—el chico se quedó callado y la veía enfurecido mientras que los demás la veían con una sonrisa—Buen día—sonrio empujandolo y tomando a Astrid de la mano para irse de allí pero alguien no se lo permitió.

La chica millonaria.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora