CAPÍTULO 3: EL ALMUERZO
AL DÍA SIGUIENTE POR LA MAÑANA muy temprano, Marco salió de su casa. Prefirió ir a buscar a Anne, preguntarle si quería dar un paseo junto a él y así conocerla mejor.
Llegó a Green Gables en su caballo y saludó a Jerry con la cabeza cuando éste le abrió la puerta. Dejó el caballo atado a uno de los postes y comenzó a caminar hacia la casa, tocó la puerta un poco y Matthew Cuthbert le abrió.
— Marco, que sorpresa encontrarte aquí.—habló el viejo hombre.—
— Buenos días, señor Cuthbert. Me preguntaba si Anne querría ir a dar un paseo conmigo.—dijo Marco sonriente.— Si es que usted y la señorita Marilla se lo permiten, claro.—continuó.—
Matthew bajó la mirada un poco arrepentido al piso y luego volvió a mirar a Marco con un poco de tristeza, haciendo que el chico lo mirara extrañado.
— ¿Está todo bien? —preguntó Marco confundido.—
— No, es solo que... —continuó hablando el tímido Matthew pero se vio interrumpido por las palabras de Marco.—
— Porque si no quiere que Anne y yo nos quedemos solos podemos quedarnos aquí o que Jerry nos acompañe, o tal vez Gianna aunque no creo que quiera, debe haberse ido ya a trabajar.—habló Marco rápidamente interrumpiendo a Matthew.—
— Ella no está.—dijo Matthew apenado.—
— No está porque salió a hacer algo o no está porque... —dijo Marco confundido pero siendo interrumpido por Matthew.—
— Se fué.—continuó el señor Cuthbert la oración de Marco con melancolía.—
— ¿Qué?, ¿Por qué? —preguntó Marco confundido.—
(...)
— Tienes que ayudarla Gianna —dijo Marco cuando terminó de contarle a su hermana por qué habían de vuelto a Anne. Marco había salido a toda velocidad de Green Gables y ahora estaba en la oficina de su hermana, la que estaba en el pueblo.—
— Pero Marco si lo único que te ha dicho es "buenas tardes" —se rió un poco Gianna de su hermano. Ella estaba ordenando papeles en su escritorio y Marco estaba del otro lado hablando.—
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LA FIERA ━━Gilbert Blythe
VéletlenTodos o una gran mayoría de las personas de la alta sociedad de Avonlea odian la personalidad de Gianna, probablemente todos la habrían echado desde que llegó pero, nadie intentaba siquiera contradecirla porque Piero Marchetti, su padre, era práctic...