12. |♡| Todo.

1K 63 4
                                    


ERIKA.

Benjamín esta frente a nosotros con la respiración agitada, parece mirarnos tan hitamente que me pone nerviosa.

No sé que es lo que hace aquí pero a mi corazón si que le afectó su presencia.

Tengo una leve sospecha de quien es la culpa de esto. El esposo de mi amiga, y mi mejor amiga por ser totalmente dominada por la carita de perro de ambos. Estoy segura que le suplicaron hasta cansarla.

Y esta es la concecuencia de no mantener su boca cerrada.

Ambos nos observamos hitamente, sus ojos van a mi cuerpo y al de hombre a mi lado. Me suelto con cuidado de él y observo a Jonh con pena.

Los papeles estan mal, yo no debo avergonzarme por abrazar a un amigo.

—¿Quién eres tú? —pregunta brusco el rubio. Lo observo con molestia pero lo ignora mientras me observa esperando una explicación que claramente no voy a darle.

—Soy Jonathan Taylor. —levanta su mano a Benjamín que se acerca para estrechar su mano, veo a ambos utilizar una excesiva fuerza pero no tengo idea realmente como funciona un apretón.

—Ya sé quien eres. —habla ronco.

Mierda, quiero engañar a mi mente y decir que su modo posesivo celoso no me agrada pero me miento completamente.

El Benjamín posesivo es una faceta que siempre me gusto.

—Debes de ser Benjamín, he oído... algo sobre ti —enfatiza sus últimas palabras —. Pero no hemos tenido tiempo para hablar, estuvimos muy ocupados. —sonríe y suelta su mano.

La expresión de Benjamín es irreconocible, jamás lo vi tan molesto. Las venas de su cuello y cabeza parece que fueran a explotar, su mandibula esta tensa al igual que todo él.

»Debería irme —avisa para voltear a verme —. Si llegas a necesitar algo, solo llámame, ¿bien? —asiento agradecida y me sonríe, se da la vuelta, abre su puerta y nos observa —. Que tengan buena noche.

Se despide para luego entrar a la habitación, volteo a Benjamín y su mirada esta en mi.

—¿Qué haces aquí? —pregunto con fingida tranquilidad. Cruzo mis brazoa a la defensiva.

—¿Quién mierda se cree? —ignora mi pregunta, mirándome directo a los ojos.

Su comentario me molesta de sobremanera.

—¿Quién te crees tú?, no tienes derecho a hacer estas idioteces... termine contigo.

Su rostro muestra tristeza ante mis palabras, volteo mi vista a otra parte intentando no querer ver su cara tiernamente triste.

—No lo acepto y por eso estoy aquí. —insiste en el tema, suspiro buscando mis llaves en mi bolso.

—Lo lamento, pero deberás aceptarlo. —me volteo con las llaves en mano y las introduzco en la cerradura.

—Erika, ¿puedes escucharme solo cinco minutos? —cuestiona a mis espaldas.

—No, Benjamín —volteo a verlo y me observa con detenimiento —. Entiende que no quiero saber, si quieres terminar esto por el bien de nuestra hija, bien. Si no es así, y quieres hablar de algo que ya no tiene caso, entonces vete. —volteo a mi puerta nuevamente.

—No me rendire, esto tiene solución. No es en vano. —frunce sus cejas, ruedo mis ojos parar abrir la puerta y me adentro al lugar.

—Luego arreglamos los días que verás a mi hija. —quiero cerrar la puerta pero él la detiene con su mano, su mirada es firme y se que esta molesto.

ℳάs.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora