CAPÍTULO 30

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ANNA

-¿Y las sopranos? –pregunto muy nerviosa.

-¡Ahí están! –apunta con la mano hacia la entrada al escenario.

Las amplias cortinas aún estaban desplegadas ocultándonos de la vista de todos. Tras bambalinas, los técnicos y encargados de que todo saliera bien corrían de un lado a otro ultimando detalles.

-¡Tres minutos! –nos informa el mismo chico de hacía dos minutos.

Todas salieron corriendo hacia el escenario ocupando sus posiciones.

-¿Estás lista? –pregunta Lara empujándome hacia el plató.

-No pero de igual manera hay que hacerlo ¿verdad? –mi amiga esbozó una sonrisa compasiva y me empujó hacia la entrada.

-¡Suerte! –escuché gritar a mi asistente que tanto me había ayudado.

Me ordenaron que me quedara justo en la entrada, las demás integrantes del grupo ya estaban sobre el escenario con los instrumentos en mano y listas para la acción.

-¡Un minuto! –grita otra vez el técnico.

Por mi lado pasó corriendo Gavril quien me dedicó una mirada de aprobación no sin antes decirme que a su señal entrara en escena.

-En 5….4…3…2…1 –el menudo chico bajó con alevosía la mano que tenía levantada – ¡Al aire!

Al entrar Gavril en el plató se escucharon numerosos aplausos acompasados y luego un silencio sepulcral cuando éste comenzó a hablar.

-Querido pueblo de Illéa, invitados aquí presentes y por supuesto sus majestades y altezas, sean bienvenidos a esta hermosa celebración en honor a la visita de nuestros monarcas la Familia Real Española –dice y se inclina hacia delante –el día de hoy es muy especial porque además de que algunas de nuestras más talentosas seleccionadas nos honraran con su talento, habrá eliminación masiva –se escucharon unos abucheos leves –si señores, como han escuchado, esta noche la señorita que, al finalizar la velada, tenga una tiara en la cabeza será una de las afortunadas que continuará el camino a la corona y al corazón de nuestro querido príncipe Nathan –desde mi posición pude ver la expresión de Camille, se retorcía en la silla, incómoda –Sin más preámbulos, tengo el placer de presentarles a la señorita Elizabeth Morrison.

Esa era la entrada que necesitaba y con un terrible pánico escénico fui dando pasos cortos por el plató hasta que llegué al lado de Gavril.

-Y díganos señorita Morrison…. ¿de que tratará su presentación esta noche? –la atenta mirada del público yacía sobre mí, miré hacia todos lados, hasta que me encontré con la mirada de Jennifer quien con gestos me indicaba que me calmara, que todo iría bien.

-Ehhh…bueno.. –carraspeo para acabar de organizar la lluvia de ideas que nublaban mis pensamientos –Las chicas y yo interpretaremos el clásico de Mozart: ¨Lacrimosa¨

-Eso fue muy buena elección y dígame…. –acerca más el micrófono a mi boca -¿Cuál es el motivo de su elección?

La pregunta me dejó perpleja, no la esperaba, tenía miedo de decir algo equivocado y que todo terminara siendo un desastre.

-Bueno Gavril, a mi abuela le gustaba mucho, siempre quiso que la interpretara para ella pero no se dio una oportunidad y …. –los ojos comenzaron a llenárseme de lágrimas, pero las contuve antes de que rodaran por mis mejillas –ella falleció –sonidos de consuelo se escucharon desde el público –solo quiero que esté donde esté, sepa que siempre la quise mucho y que esta interpretación va dedicada a ella.

-Estoy seguro que tu abuela nos está viendo en este momento, y que se siente muy orgullosa de la maravillosa nieta que tiene –me dio unas palmaditas en la espalda y con un gesto de la mano me invitó a tomar mi lugar en el piano.

De pronto las luces se apagaron y una tenue luz que oscilaba de roja a blanca se mostró tenue sobre el público y una brillante luz enfocó el escenario con fulgor. Busqué con la mirada al príncipe, se encontraba sentado al lado de Camille con la vista enfocada en el escenario. En ese momento el maestro que nos dirigía dio dos toques y las chicas comenzaron a tocar y las sopranos a cantar.

Sus voces eran lo más parecido a un ángel, calmaron mis nervios y comencé a tocar el piano justo como habíamos ensayado. Los violines resonaban, ambientaban la música y nos deleitaban a todos. El sentimiento me invadió al ver las caras de satisfacción de todos y por un momento creí ver a mi abuela en un extremo del escenario sonriéndome como antes lo hacía. Una lágrima rodó por mis mejillas, pero aun así sonreí, le dediqué aquella interpretación a ella.

Con el sonido de la voz de las sopranos terminó la interpretación, las luces se encendieron y todos los presentes se pusieron en pie aplaudiendo con vigor, y así, como en la ópera, las chicas y yo nos tomamos de las manos y al unísono nos inclinamos en señal de agradecimiento con el público.

Cuando nos disponíamos a retiraros dándole espacio a Gavril que entraba al escenario con un sobre en las manos éste me detuvo.

-Usted quédese señorita Morrison –me ordena y retrocedo hasta quedar justo a su lado.

Gavril comienza a dar vueltas por el escenario para aumentar la tensión del público. Mira hacia los monarcas, los saluda con la mano y luego se dirige hacia mí.

-Señorita Morrison –empieza a hablar –de antemano permítame agradecerle por esta interpretación tan magistral de Lacrimosa, Mozart hubiese estado atónito al escucharla.

-Muchas gracias señor Gavril.

-Tengo noticias para usted –hace una pausa -¿Sabe lo que contiene este sobre señorita Morrison? –pregunta con un tono acosador y comienzo a asustarme.

-No.

-¡Acabamos de descubrir un secreto muy importante sobre usted Elizabeth Morrison!

Viernes 7 de agosto

¿Cómo les fue con el capítulo de hoy?

¿Habrán descubierto el secreto de Anna?¿Qué creen?

Próxima actualización el Lunes 10 de agosto.

¡No se la pierdan!

La Selección: La Leyenda Where stories live. Discover now