23. Paciencia (parte 2).

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La tos del mamífero en el baño resonaba por casi toda la casa. La preocupación de Ephraim iba en aumento.

No sabía ya de dónde sacaba Nael para vomitar. Se negaba a comer unas simples galletas y si es que bebía agua cuando se limpiaba la boca.

El dragón acariciaba con cuidado la espalda de Nael, quien con sus débiles brazos apenas se mantenía contra la taza del inodoro.

Ya eran casi las cuatro de la mañana.

La luz tenue de la lámpara de Ephraim era lo único que alumbraba la habitación. Poniéndose al día con toda la tarea que había dejado de lado debido a su situación (y a su flojera).

Por las mejillas de Nael, lágrimas indefinidas de debilidad y dolor escapaban por sus ojos cada vez que vomitaba.

El lobo por una parte, sospechó que Ephraim solo se sentía atraído sexualmente o por instinto a él, pero si hubiera sido así, no estaría despierto toda la noche, ni le acompañaría cada vez que iba al baño. No cambiaría sus ropas empapadas por unas secas ni le arroparía en la cama cada vez que tenía frío.

No merecía a Ephraim.

Pero Nael quería ser egoísta. Lo quería.

El dragón se distrajo completamente con la vibración proveniente de su teléfono. Y evitando despertar al lobo quien tan plácidamente dormía en la cama, salió del cuarto hacia la cocina para contestar, después de todo, era su madre.

— ¿Hola? —contestó.

— Hola, bebé. ¿Qué tal? —preguntaba con un tono feliz la mujer.

— Supongo que bien para ser las cuatro de la mañana. —respondió honesto. No estaba particularmente mal pero preocupado y con una herida no muy seria de bala en su muslo izquierdo.

— perdón, se me olvidó la diferencia de hora.

— Mamá. Necesito preguntarte algo.

— ¿Es sobre ese lobo? —Ephraim se preguntaba, cómo era que madre su siempre acertaba.

— Si... —su cola se agitaba nerviosa.— Es que... Está acá, en la casa. —al otro lado de la línea, su madre inhaló profundamente con emoción.— Pero está enfermo... Y no sé qué hacer. No quiere ir a casa tampoco.

— ¿Y si llamas a un doctor? —consultó.

— ¿Uno que venga a la casa?

— Puede ser un poco caro. Pero si lo requiere, te podría dar el dinero para que no uses el del arriendo. —mencionaba la madre.

— Creo que igual tengo algo ahorrado. Veré si me alcanza con eso.

— Está bien, bueno, llamaba para preguntarte una cosa.

— ¿Si?

— Tu padre quería ver una fecha en la que pudiera visitarte.

— ¿Ah? ¿Mi viejo no está muy ocupado con el trabajo?

— Bueno, de los dos es el único que te puede visitar sin problemas. —reía.

— Ya veo. Creo que no dentro de mucho habrá unas pequeñas vacaciones. Podría ser en esa fecha.

— Me mandas la fecha por un mensaje. —dio una leve risita.

— Okey. Creo que haré lo que me dijiste.

— ¿Y si llamas a tu primo? Él es veterinario. Te saldría gratis... —Ephraim sintió un escalofrío con la palabra primo.

— ¿Jamil? Uh... —se quejó lentamente.

Hambre [BL]Where stories live. Discover now