Cinco

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El viaje a Fort Belknap, de unos trescientos cincuenta kilómetros, les llevó tres jornadas y media de doce agotadoras horas cada una. Y eso gracias a que tuvieron buen tiempo. El sol brilló todos los días. Las temperaturas fueron moderadas durante el día, y las noches, frescas pero agradables. Y aunque tuvieron que soportar la incomodidad del polvo, siempre era preferible a las lluvias, que convertían las praderas en barrizales y los arroyos en peligrosas torrenteras.

La primera parada fue en Georgetown, donde recogieron a dos pasajeros más. A partir de allí, pusieron rumbo al norte atravesando las colinas. De vez en cuando, salían a campo abierto, o bordeaban los bosques conocidos como Cross Timbers. Fueron horas y horas de cruzar praderas y zonas boscosas. Auténticos mares de hierba seguían las ondulaciones del terreno, mezclándose con bosques de cedros, robles y pacanas, con algún sauce ocasional y los álamos que crecían junto a las arenosas riberas de los ríos. A veces, una manada de búfalos salvajes pasaba cerca, rompiendo la monotonía y levantando enormes nubes de polvo. Ocasionalmente, veían rastros de civilización: alguna granja con plantaciones de maíz o de melones, o algún rancho de ganado o de caballos.

Desde el principio del viaje, Jimin sintió en sus carnes el rechazo y el desprecio que Jungkook había tenido que soportar durante toda la vida. Aunque no sufrió ningún ataque directo, los silencios hostiles y las risitas de los demás pasajeros eran una muestra de su cambio de estatus.

Antes de que el primer día llegara a su fin, había empezado a entender el enfado y el resentimiento de Jungkook ante los prejuicios de los blancos, que le negaban una posición de igualdad en su sociedad. Y entendía mucho mejor por qué la respetabilidad y la aceptación eran tan importantes para él. Sufrir esa intolerancia y esa agresividad día tras día tenía que ser insoportable.

Por primera vez, se imaginó cómo debía de haber sido su vida desde pequeño. Siempre se había comportado con una mezcla de desconfianza y desafío, una combinación peligrosa que a Jimin le resultaba fascinante, pero que ahora además le parecía totalmente justificada. La actitud distante y desafiante del joven Jungkook, sin duda, tenía su origen en años de rechazo y desprecio. Debía de haber aprendido a base de experiencias dolorosas a no esperar la aprobación ni la aceptación de nadie. Ya como adulto, había asimilado que tenía que luchar por conseguir el respeto y el reconocimiento de los que lo rodeaban, transmitiendo al mismo tiempo la idea de que el rechazo de sus vecinos no le importaba, una estrategia que el estaba empezando a valorar muy rápidamente.

Durante esos días tuvo pocas oportunidades de hablar a solas con él. Los establecimientos en los que se detenían para pasar la noche eran muy sencillos y no proporcionaban intimidad. La primera noche fue la mejor. Se hospedaron en un edificio de piedra, que ofrecía tanto comidas como alojamiento. Los hombres durmieron en incómodas literas, pero la mujer y el doncel compartieron una cama cerca del fuego, con un colchón relleno de un tipo de hierba conocida como «plumas de la pradera». El establecimiento donde pasaron la segunda noche no tenía literas ni camas. Tuvieron que dormir en el suelo, cubiertos con mantas que hacía mucho tiempo que no se lavaban. El menú nunca variaba: carne de cerdo en salazón y pan de maíz.

Ninguna de esas noches Jungkook se acercó a el con la intención de reclamar sus derechos maritales, tal como había temido. Al contrario, ambas noches las pasó al aire libre, junto con Petey, en previsión de posibles conflictos.

De hecho, no sabía si sentirse aliviado u ofendido por su falta de interés. Su alejamiento era tanto emocional como físico, y se sorprendió al sentirse solo y abandonado. La intimidad que habían compartido durante su noche de bodas era un recuerdo cada vez más lejano. Aunque las imágenes lo asaltaban cada vez con menor frecuencia, en ocasiones no podía evitar recordar sus manos acariciándole el pecho, el calor de su boca, la dureza de sus músculos, los dedos moviéndose poco a poco con más rapidez entre sus piernas..., el placer desbocado que le había dado contra su voluntad.

Salvaje •kookmin• AdaptaciónWhere stories live. Discover now