El Héroe del Escudo

533 32 11
                                    

Perdió.

No tendría problemas si fuera una derrota justa.

Pero no.

Esa mujer.

Otra vez esa mujer.

Usando un ataque de viento hizo que perdiera.

Y encima, el héroe de la lanza ignoro sus quejas. Todo a su alrededor cambio.

No había más que sombras.

Sombras que lo señalaban y se burlaban de él.

—Bien, deshagamos maldición de la chica.

Naofumi solo pudo decir una cosa.

—Raphtalia.

Cuando esta lo lo miró, el vio en sus labios la palabra: "adiós".

Un grito lleno de dolor, furia y tristeza salio de su boca mientras lanzaba su escudo lejos, el cual volvió a aparecer en su brazo derecho.

—Este mundo... ¡Este mundo!.... ¡¡¡PUEDE PUDRIRSE!!!.

Lanzo un golpe al suelo. Lágrimas comenzaron a caer.

Toda esa gama de emociones se manifestaron de distintas formas.

Pero ahí estaba ella.

Viéndolo, y acercándose a él.

¿Abandonarlo?.

Claro que no.

¿Qué tan desgraciada y malagradecida debe ser como para abandonar al hombre que cambio su vida para bien?.

Sería una perra al nivel de aquella mujer de cabello rojo.

En un susurro, lo suficientemente fuerte como para que ella lo escuchara dijo.

—Decidí rendirme.

¿Rendirse?.

No puede culparlo.

Gracias a todo lo que vivió, nadie lo culparía por rendirse.

—Es muy fácil rendirse.

Ella quería seguir hablando, pero el pelinegro, no la dejo.

—¿Es fácil rendirse dices?. ¡No digas eso!, ¡no fue fácil TOMAR ESA DECISIÓN!.

Toda su ira, toda su rabia salían en sus palabras.

—¿Crees que no hice nada?. ¿Qué no pensé en nada?. Separándome de todos, y olvidándolo absolutamente todo.

En una gran tristeza que amenazaba con romper su voz salio, pero con todas sus fuerza. Siguió hablando.

—Y, y, y todo lo que tomo ¡¡¡PARA PODER RENDIRME!!!. No me es nada fácil rendirme.

Ahora era su deber ayudarlo. Pero primero, tenía que liberar de él, toda esa carga que no ha podido soltar.

Con una voz gentil, Raphtalia hablo nuevamente.

—Es fácil rendirse... Pero... Eso no va contigo. No se porque cosas doloras pasaste.

En ese instante, todos los recuerdos cuando fue acusado, humillado y señalado, llegaron a su apenas, estable mente.

—O que hiciste que te haga sufrir tanto. Y se que estaría mal decir, que lo entiendo. Pero sabes que no es así, y que trato de entenderte.

Aún con esa voz gentil. Naofumi volvió a hablar con ira en su voz.

—¿¡Qué dices!?. ¿¡Qué sabes tú!?, ¿¡Cómo te atreves a descifrar en quien soy yo!?. ¡Este es la clase de tipo que soy!, no tengo fuerza pero lo quiero todo,  no se nada pero no hago más que soñar, no puedo hacer nada pero me resisto en vano. Yo... Yo... ¡¡¡YO MISMO ME DETESTO!!!. Antes de venir aquí, antes de terminar así, ¿¡sabes lo que YO hacia!?.

La Espada de un Escudo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora