Herramienta.

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Había descubierto una verdad.

Pero quería estar seguro de eso.

Con pasos lentos, llego hasta donde estaba aquel escudo, en su estante.

Levantando ese escudo, su respiración se hizo más pesada.

-¡Alto!.

Fue la voz autoritaria de quien el alguna vez llamo:"padre".

-¿Estoy maldito?.

Su voz era pesada. Luchaba por controlarse. El rey. Dio una respuestas instantánea.

-No.

Bajando el escudo, el chico respondió.

-¿Qué es lo que soy?.

Confundido, el rey de Melromarc. Nuevamente hablo, como un padre a su hijo.

-Eres mi hijo.

El castaño, giro y una vez estando cara a cara con su "padre". Hablo.

-¿Algo más que eso?.

El rey. Aún sin entender que le pasaba a su "hijo". Respondió con otro.

-No.

El joven de 20 años. Cabello castaño y ojos rosados. Comenzó a caminar y mientras lo hacía, otra pregunta salió.

-El escudo, no fue lo único que tomaste aquél día en Silvelt. ¿cierto?.

-No.

Estando cara a cara. En las mismas escaleras. Aulcray sabía que ya no podía seguir escondiendo su secreto.

Pero sin abandonar su tono paternal. Hablo.

-Después de la batalla. Entre al castillo, había una habitación que el héroe del escudo y su compañera protegían con todas sus fuerzas. Tanto así, que murieron en el acto. El héroe de pie con su escudo en alto, y su compañera abrazando lo.

Al principio Ajay no entendía porque le contaba todo eso. Pero decidió esperar.

-Al entrar al cuarto, encontré a un bebé.

El castaño comenzó a juntar las piezas del rompecabezas.

-Sin rasgos, para ser hijo de una semihumana. Abandonado, sufriendo. El hijo de Naofumi.

El chico tuvo un nudo en la garganta. Y solo pudo decir.

-¿El hijo de Naofumi?.

Miro a su "padre" por unos segundos. Este solo dijo.

-Si.

La indignación se hacía, cada vez más fuerte. Y de sus ojos solo querían salir lágrimas. Pero las contuvo.

Nuevamente. Hablo.

-¿¡Por qué!?. Estabas cubierto de sangre semihumana, ¿Por qué me tomaste?.

-Eras un niño inocente.

-No, lo hiciste con un propósito. ¿cuál era?.

El archiduque se negaba a hablar . Pero llegado a este punto.

La indignación del chico. Se manifestó en un grito.

-¡¡¡DIME!!!.

El albino, finalmente hablo.

-Pensé que podíamos unir nuestros reinos. Lograr una alianza, lograr una paz permanente. A través de ti.

La incredulidad adornaba su rostro. Su voz apenas audible. Solo pudo decir.

La Espada de un Escudo.Where stories live. Discover now