Ir a la oficina del director por quedarse dormido parecía una tontería para Ezequiel Maverick, pero todo cambió cuando se enteró del "castigo" que le esperaba y quiénes lo iban a acompañar: Greta Baker, Bowie Howard y Elena Dunne Doyle Castro. Algun...
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Greta estaba insegura de andar por los pasillos de la escuela aquel lunes en la mañana. Durante el fin de semana, la presencia fantasmal de Ezequiel Maverick había golpeado su mente y sueños con escenarios que definiría como asquerosamente románticos. No obstante, la sonrisa boba y el calorcito que le dejaban un estado de ánimo de ensueño, le hacían considerar que no era tan malo.
Incluso por cómo se manejaba ante esas situaciones, había sido audaz cambiar su imagen de WhatsApp para ponerse junto a él. Los únicos de género masculino que habían estado en su foto habían sido su padre, su tío y sus cantantes favoritos. Zeke Maverick era el primer adolescente que estaba en su foto de perfil.
—Siento que estoy tratando el cambio como una gran hazaña —musitó para sí. Se metió en su casillero para recoger sus materiales. Sociología sería la primera clase y su investigación de las relaciones era algo que deseaba hablar con la profesora—. Me pregunto qué habrán hecho los demás.
Acomodó los libros del día en su mochila y se dio la vuelta hacia el casillero de Ezequiel. Cuando estaba llegando, se sorprendió de ver a Bowie y Elena con expresiones aburridas.
—¿Y Zeke?
—No ha dado señales de vida desde ayer a la tarde —la voz aburrida de Bowie se escuchó en el pasillo mientras Elena solo podía levantar una ceja—. ¿Qué? Estabas muy metida en tu serie, no iba a interrumpir para comentarte.
—Entonces sabes cómo terminó la cita con Patsy.
—No fue una cita —respondió Bowie con un resoplido. Su novia simplemente rodó los ojos y se inclinó sobre los casilleros mirando al castaño jugar con su celular—. Salir con chicas apesta —leyó en voz alta—. Eso fue lo último que escribió.
Fue el turno de Greta para levantar una ceja.
—Extraño que diga algo así considerando lo que hemos visto.
Bowie sonrió ante su respuesta y luego, se volvió hacia su novia y una llamada sonó en su teléfono. Era Zeke.
—Hasta que apareces —el muchacho ajustó su teléfono para la videollamada. Un Zeke en cama, con nariz roja y aspecto desagradable apareció en primer lugar—. Pareces el reno Rodolfo.
Un sonido incomprensible fue la respuesta del adolescente.
—Barritas, estás horrible —dijo Elena. Sus ojos brillaban con picardía—. ¿Qué pasó ayer?
Ezequiel puso los ojos en blanco y se acomodó en la cama para mostrarle un mejor semblante a sus amigos. Cepilló sus cabellos desordenados hacia atrás cuando en la pantalla aparecieron los tres.
—Es una larga historia —murmuró con un largo suspiro. Luego se desplomó contra la almohada y observó pasar los sucesos de ayer en un borrón por su mente—. Ni siquiera llegué a ver la presentación de Patsy. Tuve que regresar con mi abuela y me enfermé.
