Jungkook y Lalisa han sostenido una relación de más de año y medio, todo era maravilloso, siempre habían sido la pareja perfecta hasta que repentinamente el carácter de Jungkook cambio, empezaron a tener discusiones muy a menudo y decidieron separar...
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>Back to school by; Lalisa Manoban July 2020
›Los primeros rayos de sol que anunciaban el comienzo de un día nuevo empezaron a entrar por la ventana dando directamente en mi rostro, me quejé mientras me removía debajo de las sábanas y me incorpore en la cama, frote con mis puños mis ojos para adaptar mi vista a la luz y mire en todas direcciones tratando de encontrar algo que no estaba conmigo en la habitación.
Me encogí de hombros y me puse de pie recogiendo la ropa que encontraba regada a mi paso, me vestí y baje en silencio las escaleras, un olor dulce emanaba de la cocina, las luces estaban encendidas y mi primer impulso fue adentrarme en ella para encontrarme con un desayuno bastante bien elaborado, jugo de naranja recién exprimido, tostadas, fruta, huevos revueltos y mermelada.
—¡Woah!— alabe —¿Quién prepararía todo esto?.
—La única persona que está en esta casa, aparte de ti claro— hablo Jungkook saliendo de una puerta al fondo. Camino a mi con un delantal amarrado a su cintura y dio un casto beso en mis labios.
Reí ante el contacto entre ambos y me abrace a él. Una sentimiento extraño invadía mi ser está mañana, como si algo me hubiese hecho olvidar todo de la noche a la mañana.
—¿Por qué estás riéndote?— cuestionó el pelinegro con una sonrisa.
—Solo creo que te ves adorable— respondí —No es usual verte con un delantal bordado con flores, corazones y la frase, la mejor mamá de el mundo.
—¿Es demasiado?— frunció los labios.
—Es lindo— sonreí y me aparte de su canto.
Se deshizo de su delantal arrojándolo a cualquier lugar de la cocina y me indico que tomara asiento, obedecí y empecé a comer enseguida. Hacía un tiempo que mi forma de alimentarme era terrible, mi dieta consistía en líquidos, agua y gelatinas, prácticamente nada, y había logrado perder casi seis kilos de mi peso corporal.
Terminado nuestro desayuno, recibí una llamada de mi madre, obviamente se preguntaba dónde me encontraba y al saberlo se extraño pero no sé preocupó. El verdadero motivo de su llamada es que había recibido un aviso de la universidad a la que asistía ya que al no presentarme cerca de dos meses estaba en riesgo de ser expulsada.
—Espera, no te vayas aún— imploró el pelinegro aferrado a mi cintura y sin la intención de separarse de mis labios.
—Pero debo hacerlo— anuncié y di un último beso para encaminarme a la puerta.
—Yo te llevaré a casa, y a la escuela— señaló —De igual forma, yo también tengo que ir— bufo.
—No creo que sea buena idea— contesté —Llevarme a la escuela.
