27. Fiebre

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Narra Guillermo:

-Has esperado mucho, te lo mereces. -No podía creer que esas palabras salieran de la boca de Samuel.

Me quitó la camiseta, me acosté en la cama y empezó a besar mi torso. Cuando llegó al elástico de mis bóxers lo detuve y comencé a besarlo salvajemente, desabotoné su camisa y recorrí su torso con mis manos.

Tocó mi miembro por encima de mi pantalón causando que suspirara con su nombre saliendo de mis labios.

Quitó lo que quedaba de mi ropa y metió mi miembro en su boca sin previo aviso. Grité fuertemente su nombre y puse mi mano en su nuca para que no dejase de hacerlo.

-Guillermo. -Escuché que dijo mi nombre. Era su voz, pero no era él. -Guille. -volvió a llamarme con más fuerza.

La imagen de Vegetta arrodillado frente a mí fue desvaneciéndose poco a poco.
Me encontré con Samuel parado en la puerta sonrojado y riendo.

-Al fin despiertas. -dijo sentándose a mi lado. -Y qué forma de despertar. -sonrió.

-¿D-de qué hablas? -pregunté avergonzado.

-De eso. -Señaló el bulto que se hacía notar bajo las sábanas.

-V-vete. -dije dándome la vuelta.

-¿Desde cuándo me dices qué tengo que hacer?

-P-por favor... Hazlo o déjame.

-¿Que haga qué?

-V-vete por favor. -me senté y lo miré con ojos suplicantes.

-Vale, me voy. -Se levantó de mi cama y se fue.

Yo hice lo mismo, me levanté, cogí ropa y fui al baño para darme una ducha y solucionar mi "problema". Esta vez tuve más cuidado para que no sucediese como la última vez.

Cuando salí de la ducha fui a la cocina, donde se encontraba Vegetta preparando una ensalada.

-¿Y el desayuno?
-Son las dos de la tarde. -No era normal en mí, despertarme tan tarde.

-Estabas muy ocupado soñando, no quise despertarte. -Sentí un leve ardor en mis mejillas al recordar mi sueño. -Que pena que no quieras hacerlo realidad.

-¿Q-quién te dijo que no quiero? -No podía creer que eso hubiese salido de mi boca.
Es obvio que no quiero, pero soy un ser humano, tengo mis necesidades y él es mi único contacto humano...

-Si lo quieres dilo.

-Q-quiero.

-¿Quieres?

-S-sí, y lo sabes.

-Pues toma, come. -Puso un plato con ensalada y un vaso con agua en la mesa.

Acabé mi ensalada sin decir una palabra, lavé mi plato y el de Vegetta y fui a ver la televisión con él.

-¿P-por qué lo haces? -le pregunté mientras me acomodaba en su pecho.

-¿Qué cosa chiqui?

-Eso... m-me provocas y-y luego te vas.

-Yo no te provoco, solamente te digo que si quieres algo, me lo pidas. -Se estaba por levantar pero yo lo tomé del brazo para que no se fuese.

-Q-quiero que te quedes. -No era lo que realmente quería, pero era un avance.

-¿Por qué quieres que me quede? -preguntó sentándose a mi lado nuevamente. Yo comencé a besarlo a modo de respuesta. -Guille, ya te he hablado sobre esto, quiero palabras. -dijo cortando el beso.

-Q-quiero que me abraces y que veamos una película juntos, abrazados. -No sabía porqué dije eso. Sonó muy cursi y pude notar que Vegetta se sonrojó.

-P-pues si quieres eso, lo tendrás. -dijo para a continuación abrazarme. -Elige tú. -Me entregó el mando de la televisión.

Puse una de terror, las odiaba, pero era una buena excusa para abrazarlo.

Mi corazón latía muy fuerte por los sustos de la película y por estar abrazado a Samuel.

-Tengo una reunión. -dijo mirando la hora en su móvil, cuando terminó la película. -No tardo mucho. -Me dio un beso en los labios y se fue.

Me empecé a sentir un poco mal, fui a mi habitación y me senté en mi cama, pensando en qué quería. A ver, sé lo que quiero, pero, evidentemente, me daba mucha vergüenza decirlo. Mi cabeza era un desastre.

-Creo que estoy enamorado de Vegetta. -dije en voz alta. -Pero él me tiene secuestrado... -Volví a decir para mí mismo.

Comencé a discutir conmigo en voz alta, hasta que escuché un ruido que provenía de la cocina, me levanté y vi una sombra.

Corrí hasta mi habitación y me cubrí con las sábanas.

Comencé a sudar por el miedo, o tal vez tenga fiebre. Continué escuchando ruidos e intenté pensar que era sólo mi imaginación, pero era imposible evitar pensar que eran los espíritus de la película que acababa de ver. Sólo bastó el ruido de la puerta de entrada para que gritase fuertemente.

-¿Guille, te encuentras bien? -preguntó Vegetta mientras venía hasta mi habitación.

-S-sí. -respondí intentado controlar mi respiración.

-¿Seguro? -Asentí, y Vegetta posó su mano sobre mi frente. -Estás ardiendo. Ve a darte una ducha. -Eso hice, abrí el grifo de agua y dejé que el agua bajase por mi cuerpo.

-Permiso. -dijo Vegetta mientras entraba en el baño. -Chaval, una ducha de agua fría para que te baje la temperatura. -Corrió un poco la cortina y abrió el grifo de agua fría, dejando sólo un poco de agua caliente.

-V-Vegetta, t-tengo frío. -dije temblando. -E-el agua está helada.

-No lo está, es porque tienes fiebre. Quédate un rato y podrás salir.

-¿P-puedes irte?

-No, me aseguraré de que te duches con el agua como está, no quiero tener que cuidarte.

-¿Puedes darme unos vaqueros y una camiseta, por favor? -Por fin cerré el grifo.

Me trajo ropa y toallas, salió del baño y me vestí.

-Ve a la cama. -Sus labios rozaron mi frente, para saber como estaba de temperatura. -En un rato te llevo algo de cenar.

Obedecí y me acosté esperando mi cena.

(Autora: Aitak672)

¿Tragedia o fortuna? [Wigetta]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora