Ocho.

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—¿Y cuál es la noticia? - Inquiero nerviosa y Rafael no deja de dar vueltas por toda la sala.

—¡Al fin comí tantos helados que me regalarán una pizza gratis! -Debe ser una broma, todo este escándalo por nada. —¡Es broma! Pero si es verdad que comí tantos helados que me regalaron dos entradas para la feria.

Me muestra dos cartones pequeños y dorados. Grito de la emoción.

(*)

La feria estaba llena de peronas y creo que no hubo una atracción que no probáramos. Ya era de noche y éramos concientes de que se estaba haciendo tarde.

—Ven, quiero mostrarte algo. - Tira de mi mano conduciéndome por una senda que termina sobre una montaña. Desde aquí se ve toda la ciudad. —Quería que estuviéramos tranquilos para decirte que... Me gustas mucho Lilith y lo más probabble es que sólo me veas como tu mejor amigo, pero yo sólo quería decirte lo que siento.

Creo que por un momento se me olvidó como respirar, yo no puedo corresponderle, no siento lo mismo por él.

— Rafael yo... lo lamento pero no... - Suspiro, es difícil rechazar a alguien que quieres tanto. — Lo siento. Creo que mejor vuelvo a casa.

Me doy la vuelta y camino hasta la salida de la feria. Él no está detrás de mí y tampoco creí que lo estaría. ¿Por qué tenía que decirme eso? Estábamos tan bien.

Le pago al taxista y al salir puedo verlo, es Samael, está con la chica con la que es inseparable, lo ignoro. No me importa lo que haga o deje de hacer Samael.

—¡Espera! - Me exclama, extiendo una pierna impidiendo que el elevador cerrara sus puertas. —Gracias. - No respondo y me dedico a observar mi teléfono. — Creo que tenemos algo pendiente tú y yo.

—No lo creo. - Me apresuro a llegar a mi departamento. No quiero tener otro vecino con el que no pueda ni saludar sin sentirme incómoda.

—¿Acaso te da miedo enamorarte de mí? Yo no te culparía, soy irresistible. - ¿Cómo hizo para alcanzarme tan rápido?

—Arrogante. - Ingreso a mi departamento y él me sigue los pasos.

—¿Tratas así a todas tus visitas? - Se sienta en el sofá.

— Sólo a las que se auto-invitan.

— Auch. - Lleva una mano y finge dolor. Sonrío y me siento a su lado.

—A pesar de que no te pregunté aquel día, me gustaría saber, ¿Por qué te gusta el BMC?

—BDSM. - Corrige. —Supongo que fue un lugar que me recordó a mi hogar, necesitaba hacer desastres en un lugar donde lo permitieran y fue lo mejor que encontré.

A pesar de que no es un tema del que estoy acostumbrada a tratar, él se escucha sincero y eso me agrada.

— Deberías mejorar tus temas de conversación, chica porno. - Le golpeo el hombro y me acurruco sobre este. —Puedo vivir con eso.

El ríe un poco y luego compartimos un momento en silencio.

¿Quién lo diría? Mi insistencia por descubrir su secreto y por más sucio que me parezca, admito que esto nos ha unido.

—Yo también podría vivir con esto.

(*)

Samael's Secret ✔ #1 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora