1. Remordimientos

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—¡Tú me mataste! —gritó James empujándome bruscamente, caí sobre las raíces del bosque.

—Lo siento tanto —sollocé tratando de arrastrarme fuera de su alcance. Me puse de pie y comencé a retroceder. Choqué contra un cuerpo.

Levanté la vista, era Caleb. Me abalancé a abrazarlo. Necesitaba su protección. Lo necesitaba a él. Sus dedos se enterraron en mi espalda en cuanto nuestros cuerpos se tocaron. Hice una mueca de dolor.

—Ayúdame, quiere matarme... —susurré. El me tomó por los hombros y me separó de el con un empujón que me arrastró varios metros por el suelo.

—Te lo mereces.

—Asesina. —murmuró James atrás de mi, me di una vuelta sobre la tierra. Las heridas de mi espalda ardieron con el movimiento. Traté de ponerme de pie, con las lágrimas nublándome la vista. La bota de Caleb me obligó a apegar mi mejilla al suelo.

—Por favor —resollé sin aire—. Yo no quería que esto pasara, solo quería...

—¿Solo qué? —gruñó Caleb enterrando la punta de su bota en el hueco de mi mandíbula—. ¿Solo querías mirar?

—Sí —admití en un hilo de voz—. Fue una pésima idea, pero... —me quedé sin aire—. por favor... Lo siento tanto, Caleb, yo jamás pensé que... No pensé que...

La presión de su suela me hizo callar, una lágrima rodó por mi mejilla a medida que apretaba los ojos y los escuchaba gritar sobre mi.

—¡Asesina!

—¡Asesina!

Abrí la boca y tomé una bocanada de aire. Me incorporé de la cama con lentitud, estaba sudando. Llevaba semanas sin poder dormir bien.

O días. No estaba segura de cuantos habían pasado. Me había encerrado y había visto el sol subir y bajar por mi ventana sin importarme el tiempo.

Tomé mi celular, eran las 8 de la mañana, no podía dormir más de 6 horas promedio por día aunque lo intentara. Busqué el contacto de Danna y apreté llamar.

Buzón de voz... otra vez.

Desde ese día, Danna se había alejado de todo y de todos, no contestaba mis llamadas, no contestaba mis mensajes... incluso su madre estaba preocupada porque había dejado de comer.

Era una mierda, y por mi culpa había sumergido a todos a mi alrededor en ella. Si Danna no se hubiera relacionado conmigo... estaría bien... estaría viviendo sus vacaciones como una adolescente normal. Yo había insistido en contarle la verdad.

Caleb tampoco contestaba mis llamados, su teléfono marcaba apagado todo el tiempo, como si lo hubiese roto o simplemente tirado a la basura. No quería saber nada de mi.

Ya no me quería.

Mi madre también estaba preocupada por mi, pero había logrado tranquilizarla con un poco de maquillaje y sonrisas falsas.

Me levanté y me miré al espejo, no me veía igual que antes. Se veía que algo me faltaba. Bajé la mirada a mi cadena que reposaba sobre mi cuello. La toqué.

¿Cómo carajos había pasado lo qué pasó esa noche? Aún no le encontraba confundida al respecto y no tenía a nadie para hablar sobre el tema. Estaba sola.

Suspiré y agarré mis jeans, iría a la cabaña otra vez. Eso es lo que hacía cuando salía en las tardes para que mamá no creyera que estaba en depresión o algo así. Ir a la cabaña y sentarme ahí a esperar algo que no pasaría.

La ausencia de la bestia Where stories live. Discover now