5. Caleb...

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—¿Qué? —me levanté—. Fuiste tú...

Damián se quedó en silencio, comencé a hacer memoria intentando buscar el momento en que lo había hecho, pero nada venía a mi mente.

—Cuando... ¿Por qué lo hiciste?

Damián suspiró.

—Hacer un hechizo de protección es muy sencillo, no toma más de dos segundos. Y pues... Tú cómo humana estabas en peligro al relacionarte con ellos, y me agradabas. Eras amable conmigo a pesar de que tus amigos me odiaban. No toda la gente es así. —Se dio la vuelta para mirar por la ventana—. Lo programé para que funcionara solo cuando estuvieras en real peligro de muerte. No en un aprieto ni nada parecido. Porque si funcionaba antes... Hubiera causado muchas preguntas. Y en parte era secreto.

—Damián —susurré con un hilo de voz.

—También... intenté decirle a la organización que interviniéramos cuando se declaró la pelea, alguno de los chicos seguro moriría y tú te romperías. Pero como respuesta me dijeron que ambas manadas no estaban rompiendo ninguna ley, solo estaban siguiendo sus tradiciones con las medidas de precaución necesarias... no había nada que yo pudiera hacer.

—¿Tú... estuviste en la pelea? —tragué saliva, si Damian había visto que no habíamos quemado a James como se debía estaban todos jodidos.

—No, estuve a unas cuadras resguardando las calles en caso de que algún humano se acercara, pero no pasó. Preferí hacer eso ya que me di cuenta que Caleb y su manada siempre seguían estrictamente las reglas, no había peligro inminente así que les di un voto confianza.

Asentí con un nudo en la garganta. Esa había sido la mejor coincidencia que nos pudo pasar. Damián se puso de pie.

—Me tengo que ir. Espero haber aclarado tus dudas —murmuró acercándose a la ventana.

—Espera —lo llamé con la garganta aún estrangulada, Damián se dio la vuelta y levantó las cejas. Me lancé hacia él y lo abracé con fuerza—. Gracias.

Él se quedó en silencio, correspondiendo el abrazo de la misma forma. —Cuando quieras.

Asentí en silencio, aún tenía preguntas y siempre las tendría, pero ya había hecho demasiado por esa noche.

—Buenas noches —respondí viéndolo alejarse, apagué la luz y me dejé caer contra la almohada. Necesitaba dormir.

POV Caleb

Miré la casa de Alissa y tragué saliva, llevaba cinco minutos parado en la vereda del frente debatiéndome si entrar o no. La luz estaba prendida. Suspiré.

Si había decidido volver, era para enfrentar las cosas.

Me metí las manos en los bolsillos y me decidí a cruzar la calle, entonces, la ventana del cuarto se abrió, me quedé paralizado.

Damián.

Saltando desde la ventana de Alissa. ¿Que carajos hacían en su cuarto?

La sangre subió a mi cara mientras cruzaba la calle a grandes zancadas. Miles de especulaciones pasaron por mi mente con cada paso que daba. Apreté los puños, tratando de ignorar el retumbar de mis latidos en mis propios oídos. Damián ni siquiera reparó en mí hasta que estuve demasiado cerca.

—Que mierda haces aquí —lo intercepté antes de que pudiera avanzar más metros, el me miró sorprendido.

—¿No que te habías ido? 

La ausencia de la bestia Where stories live. Discover now