Jungkook

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Miro alternativamente mi reloj y el de pared de la oficina cada tres minutos más o menos, como si uno de los dos pudiera haberme mentido. Desde esta mañana no consigo concentrarme, es terrible.

El dosier que tengo ante la vista no ha avanzado ni un milímetro. Incluso me pregunto si realmente se ha movido siquiera un milímetro desde que lo he dejado ahí.

Sé exactamente lo que me pasa.

Siento una falta que hasta mañana no podrá verse colmada porque ayer no pude verlo. Bueno, sí, pude verlo, pero solo dos minutos, y tuve que hacer acopio de toda mi delicadeza para no quedarme y acaparar a Jimin durante la breve hora que tenía por delante. Me dediqué a deambular por los pasillos del hospital pasando una y otra vez por delante de la habitación 52, pero también por delante de la de mi hermano. Mi madre había dejado la puerta entreabierta como para tentarme por enésima vez.

E hizo bien. Me dejé tentar. Entré en la habitación sin decir palabra. Intentaron hacerme hablar pero yo cogí una revista sin siquiera levantar la vista hacia ellos y me largué a un rincón, dado que mi madre ocupaba la única silla incómoda concedida a los visitantes.

Escuché su conversación sin prestar atención mientras recorría las páginas de la revista, que resultó ser una recopilación de artículos de lo más extravagante. Ni siquiera me di cuenta de que mi madre había salido. Solo cuando mi hermano carraspeó, levanté la vista por fin y constaté que estábamos solos. Nos miramos de hito en hito un momento, en silencio, y finalmente él tomó la palabra. Al principio fue una charla de lo más trivial, pero de repente se lanzó a algo muy distinto.

-¿Por qué nunca vienes a verme?

-¿De verdad te lo preguntas? -me limité a decir.

-De hecho..., no -respondió con un suspiro-. Crees que me merezco lo que me pasa. No obstante, plantearé la pregunta de otro modo.
¿Qué haces mientras mamá está aquí? ¿Te quedas en el coche?

En ese momento cerré la revista, eché una ojeada a la puerta cerrada y decidí contárselo todo. De corrido, le hablé de mis depresiones en la escalera, mis crisis de cólera, mi error con la habitación dos semanas atrás, mi encuentro con Jimin. Le conté todos mis momentos de indecisión, y también el instante en que fui consciente de mis sentimientos hacia un chico en coma. También le confesé que seguía sin hacerme a la idea de que mi hermano había matado a dos personas solo porque había sido lo bastante estúpido para coger el volante.

Se lo solté todo al buen tuntún, pero él siguió la ilación de la historia. En un momento dado, hasta me pareció que le brillaban un poco los ojos, pero no, no podía ser verdad.

-¿Sigues guardándome tanto rencor? -me preguntó tras mi monólogo.

-No sabes cuánto...

-Entonces, ¿qué haces aquí?

-¿Qué quieres decir?

-¿Qué narices haces en mi habitación? ¿Es que hoy no quería verte?

Me levanté de un brinco y en menos de dos segundos estaba sobre él, con la mano en su pecho y el rostro a menos de veinte centímetros del suyo.

-Te prohíbo que hables así de el.

Mi mirada sostuvo la suya durante largo rato, hasta que él apartó la vista. Lo que dijo después me hizo retroceder de sorpresa.

-Estás realmente enamorado.

No lo dijo con maldad ni con burla. Lo dijo con envidia. No entendí lo que estaba pasando. Sobre todo porque mi hermano siguió hablando.

Sé que estás aquí.~kookmin~Donde viven las historias. Descúbrelo ahora