Parte 14

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Harry se queda en el asiento del pasajero por mucho tiempo, escuchando como el motor se enfría.

Al inicio está muy enojado, prepara un largo sermón que planea lanzarle a Draco en cuanto regrese.

Pero pasa una hora y él no vuelve. Pronto, la ira de Harry se transforma en arrepentimiento cuando repasa la discusión. Draco había estado irritable desde el inicio, pero Harry también. Pudo haber sido una simple falla de comunicación entre ellos — Oh, no estoy enojado contigo, pudo haber dicho Draco.

Una diminuta voz de la razón le susurra, tu también pudiste haber sido más claro.

Harry se sonroja por la culpa, pensando cómo la discusión le había recordado de su rivalidad colegial. Había estado a la defensiva, preparado para asumir cualquier comentario como un insulto. Ahora que analiza los hechos, piensa que pudo haber interpretado lo que dijo Draco acerca de Neville como una broma o una chanza inocente, si hubiera sido Ron o Hermione quien lo dijera.

Bueno, no va a disculparse, piensa con obstinadamente. Draco tampoco había sido razonable después de todo. Harry puede tomar algo de culpa, pero sólo, por ejemplo, un cuarto.

Ni más, ni menos.

***

Cuando pasan dos horas desde que Draco desapareció, Harry piensa en lo que dijo con la expresión torcida. Al menos yo sí tengo amigos.

Eso no había sido para nada justo, recuerda sintiéndose muy avergonzado. Es que... Draco había sonado muy similar a como lo hacía cuando intercambiaban insultos en Hogwarts. Y aunque la expresión de Draco había sido una de enojo, en vez de una sonrisa odiosa, Harry había respondido automáticamente con un insulto personal.

Tal vez tomaría la mitad de la culpa. Pero no más.

***

Cuando han pasado tres horas desde la desaparición de Draco, Harry piensa que aceptará toda la culpa. Sentado en el asiento del conductor, apoya las manos sobre el volante; mira el atlas distraídamente; se baja del auto y se pasea ansiosamente alrededor.

Vuelve, me disculparé, piensa desesperadamente. No me molestaría disculparme si estuvieras aquí.

Pero Draco no regresa.

***

Al caer la noche, Harry conduce hasta Landewednack. Se siente sumamente renuente. No deja de preocuparse.

Preocuparse es algo que Harry ha hecho mucho durante toda su vida. Ese nudo de ansiedad y miedo en el estomago no le es ajeno. Conoce muy bien el sentimiento, ya sea proveniente de cosas como su primer partido de Quidditch, o los desafíos del Torneo de los Tres Magos. Ya sea de la preocupación por la seguridad de sus amigos o el futuro de los estudiantes de Hogwarts durante la persecución de los nacidos de Muggles.

Pero preocuparse por Draco Malfoy es ciertamente algo nuevo.

Antes de marcharse, Harry graba las coordenadas de Landewednack en un poste de una cerca, con la esperanza de que si Draco regresa sea capaz de localizarlo. Aun así no deja de ser una partida prolongada; no deja de pensar que quizás deba esperar un minuto más. Y luego de que pasa ese minuto sin Draco, piensa que esperará otro más. Hasta que al fin se rinde. Pero incluso cuando enciende el motor y la luz indicadora, espera en vano a que Draco reaparezca.

Mientras se aleja, el lugar en el que esperaba permanece vacío mientras Harry lo mira por el espejo retrovisor.

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