2. Aquellos que están destinados

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- ¿Quieres seguir caminando por tu cuenta? - preguntó el más bajo de los dos. Eran las diez de la noche, si no se equivocaba, y los dos chicos estaban atravesando el bosque a tales horas. Jungkook estaba temblando del frío podía jurar que todo estaba muy oscuro, y hubiera sentido miedo de no ser porque ya estaba acostumbrado a siempre ver oscuridad, su acompañante por otro lado estaba desistiendo de aquella terrible idea.


-Yo creo que es mejor, que regresemos mañana. ¿Qué te parece a las diez, pero de la mañana? -. El pelinegro rio por lo cobarde que era su amigo, quien diría que en el día se estaba dando aires de valiente. Y he aquí con las piernas temblando no precisamente del frío.


-Eres un gallina, ¿De quien fue la idea de venir? Tuya, así que asume las consecuencias, - protestó el más alto, su pequeño amigo se aferró al agarre que mantenían sus manos. Después de un rato de haberse lastimado con muchas ramas, se detuvieron, suponía él que ya habían llegado a su destino. Agradecía que su abuela a estas horas ya estuviera profundamente dormida, por ello decidieron salir por la noche así nadie les recriminaba.


-Estamos aquí Jungkookie, entremos, tomemos las rosas y nos largamos- Susurró el rubio con un miedo tonto de que alguien los escuchara. Una vez abrieron lentamente el portón, entraron al gran terreno del castillo, y con pasos firmes pero silenciosos se dirigían al jardín. El pelinegro solo seguía los pasos de su compañero, dejándose hacer ya que no tenía idea del terreno que pisaba. Se encontraría a la deriva de no ser por su amigo.


Unos segundos después sintió a su compañero soltar su mano, y decirle que estaban frente a las rosas y que, con cuidado de no pincharse con las espinas, tomara algunas. Se tomó el atrevimiento de oler aquellas rosas y sonrió al sentir el delicioso aroma a tierra mojada y una fragancia suave que destilaba de aquella rosa. Se dispuso a tomar unas dos, se encontraba tranquilo porque podía sentir la presencia de su amigo a un lado.


-Seguro son hermosas, su olor es realmente peculiar- dijo, en busca de aprobación. No recibió respuesta del pequeño, de manera inesperada se escuchó el crujir una rama y casi parte su cuello al voltear dramáticamente.


-Kookie... Es mejor, que nos retiremos de aquí. Eso que se acaba de escuchar no me da buena espina- la voz de su amigo se escuchaba temblorosa, y asintió hacía lo dicho. Podía jurar que estaba sudando frío y eso no era algo realmente bueno, su pulso empezó a acelerarse un poco e intentó tomar la mano de Jimin pero no sintió su tacto.


Se alteró, y con desespero comenzó a caminar y a voltear a todos lados. Estaba aterrado y no poder ver hacía peor la situación, quería gritar el nombre de su amigo, pero aquello podría causar que alguien o algo se diera cuenta que ellos estaban allí. Realmente no sabía a dónde se dirigía y lo sobresaltó unas pisadas que venían detrás de él, se apuró un poco más, sus pasos siendo desesperados, las rosas que se encontraban en sus manos estaban lastimando la palma debido a la presión que ejercía para no gritar.


Sentía a alguien muy cerca siguiéndolo, y hubiera pensado que era Jimin, pero algo le susurró a su oído, haciéndolo caer estrepitosamente al suelo lleno de hojas secas, sus ojos totalmente abiertos llenos de lágrimas.

𝗥𝗘𝗙𝗟𝗘𝗝𝗢 𝗗𝗘𝗟 𝗔𝗟𝗠𝗔 ᴛᴀᴇᴋᴏᴏᴋ |Pausada|Unde poveștirile trăiesc. Descoperă acum