08. Pico de Oro

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-Ya han encarcelado a Rogelio. -dijo Gustabo. -Está cumpliendo condena por participar en el primer atraco que hicimos Horacio, Segismundo, Pablito y yo. Nada que ver con el del Vanilla.

-¿Pero encontraron pruebas del último atraco que lo incriminen?

-No. -el rubio miró directamente a los ojos de Emilio. -Además, tengo un plan.

Un plan sencillo y rápido. Liberar a los primos gallegos antes de que Conway encontrase nada que pudiera inculparlos.

-Cuénteme.

-Les voy a comprar una casa en las afueras de la ciudad, y los voy a liberar en cuanto pueda. Claro que... Necesito que me prestes dinero. Eres el jefe, el que más droga vende sin duda. -comenzó a venderle la moto. -Seguro que te sobra.

El moreno suspiró, pensando en una respuesta.

-Elabore su plan y en cuanto haya visto una casita le doy parte del dinero.

Gustabo sonrió, satisfecho.

-Perfecto. Pues no hay muchas más novedades. -aún no le iba a decir que sospechaba de que Trujillo le espiaba. Prefería hacer una investigación por sí solo.

-Muy bien, wey, mantengame informado.

-Así lo haré. Hasta otra, Emilio.

[...]

-Horacio... ¿Cuánto tienes en el banco?

El de la cresta, que iba conduciendo rumbo a comisaría, le dedicó una rápida mirada a Gustabo.

-Rozando los ciento cincuenta mil. -volvió a mirar a la carretera. -¿Por qué?

-Por si me podrías prestar unos cincuenta mil... -le miró con ojitos de cachorrito. -Es por una buena causa, me gustaría comprarme una casa para que tú tengas tu intimidad, y puedas quedar con Volkov cuando quieras, y una casa suele estar entre los cien mil. -sabía que si le decía eso lo convencería. -Además, te los devolveré. -también le dijo eso a Segismundo con la furgoneta.

-Mientras los tenga devuelta, está bien...

El rubio sonrió con superioridad, y giró su cabeza, mirando la carretera también. Se iba a hacer de oro, puesto que él tenía ya casi 200.000 en el banco.

[...]

-¿Cuánto necesitas? -habló Conway, con pesadez.

-Bueno, suponiendo que un coche K estaría entre cincuenta mil y noventa mil... Estarían bastante bien unos setenta mil. -Gustabo levantó las cejas. -Te lo devolveré en cuanto pueda.

-Eso será si yo decido darte el dinero.

-Por supuesto. -dijo el menor, asintiendo como si fuese la persona más inocente del mundo.

Entonces Conway suspiró. Algo le daría, estaba claro, pero no se lo iba a decir ahora, tenía un orgullo que mantener en pie.

-Tira a patrullar anda. -volvió a hablar, para salir de su despacho, esperando que Gustabo fuera detrás.

-Como digas. -Y eso hizo, comenzó a andar, en silencio, siguiendo a su jefe, con la certeza de que acabaría obteniendo dicho dinero.

Para Conway, el pequeño estaba pidiendo dinero como muchas otras veces había hecho, sin pensar que le estaba pagando de forma indirecta la casa para que dos presos se escaparan. Aunque la mente de Gustabo ya estuviera pensando en qué hacer cuando recolectara todo el dinero. Lo primero, una casa para los gallegos. Pero suponiendo que a las afueras no suelen costar más de 120.000... Tenía que hacer las cuentas, sin duda iba a salir muy beneficiado de aquel plan. De momento tenía en mente una casa para él solo, y un coche. Con eso bastaba.

Vanilla. || IntendenteplayWhere stories live. Discover now