09. A Dos Metros Sobre El Suelo

2.4K 243 269
                                    

Gustabo se encontraba haciendo cálculos en una libreta, sentado en el sofá de su casa, sujetando un lápiz entre sus dientes y una Coca-Cola en su mano libre, dándole algún que otro trago de vez en cuando.

Acababa de mirar precios de todo lo que quería: una casa para Rogelio y Segismundo, un coche nuevo, y una casa para él. Creía poder juntar la cifra total.

Una casa a las afueras suele estar en unos 120.000 euros. Una en el centro, unos 150.000. Un coche 70.000.

Esas tres cosas estarían bien. Ya había conseguido que Horacio le diese un préstamo. Nada más y nada menos que 50K.

No tardó en localizar una casa para los gallegos, una de 110K. Estaba bastante bien, y lo más importante, estaba lejos. Era segura, allí podrían quedarse una larga temporada sin ser encontrados, si no hacían ninguna estupidez, claro.

Según dijo Emilio, en cuanto encontrara casa este le daría una ayuda generosa, así que no tardó en decírselo.

Ya tenía los 70K de su sugar daddy, el señor Jack Conway, los 50K de su manipulable hermanito, y le falta la cifra inexacta de Emilio.

Antes de recoger todo e ir a hacerle una visita corta a Emilio apuntó algo más en su libreta.

"Conway - 70k"
"Horacio - 50k"
"Emilio - "
"Banco - 200k"
"Total - "

Escribió rápidamente, dejando un espacio en blanco tras la cantidad de Emilio y la total. Después sonrió, sintiéndose superior como bastantes veces hacía, y cerró sus apuntes para ir a su cuarto y dejarlos allí.

[...]

-¿Ha dado con la casa?

Gustabo asintió, sacando de su mochila unos papeles donde habían falsos apuntes, los verdaderos estaban en su casa, guardados en un cajón de su cuarto.

Dichos apuntes mostraban diferentes opciones de casas a las afueras, con sus correspondientes nombres y precios, especificando la longitud en kilómetros hasta el centro de Los Santos.

Emilio cogió estos, echandoles un ojo. Había una casa señalada.

-"¿El Berretin?"

Preguntó Emilio, leyendo el precio de la casa rodeada por bolígrafo, levantando su mirada después, dirigiendola al menor.

-Así es. -confirmó el chico. -Típica casa de campo, con nombre puesto por algún abuelo, 110.000 euros, a más de cuarenta minutos del centro.

Emilio volvió a mirar el papel.

-No está mal. -habló, creando en Gustabo una sonrisa de boca cerrada.

Emilio siguió mirando el papel, desviando sus ojos del Berretin, para analizar algunas otras casas, siendo observado por el rubio. Este miró al suelo, humedeciendo sus labios en un acto rápido para sacar su pico de oro una vez más.

-¿Y bien? -preguntó, levantando sus ojos, pero no su cabeza, que seguía en dirección hacia abajo, dándole así un toque pícaro a su mirada.

El mayor suspiró, sabiendo por donde iba Gustabo. Entonces conectó con los ojos del chico.

-¿Cuánto tiene en el banco? -dijo, sabiendo que muy probablemente Gustabo le mentiría.

El pequeño volvió a dirigir su mirada al suelo, uniendo por detrás de su espalda sus dos manos, quedando en posición de niño bueno.

-Casi ciento treinta mil. -mintió, volviendo a mirar al moreno de la misma manera que antes.

Emilio apretó su mandíbula. Era su Gustabo, sabía que iba a ceder y a consentirlo.

Vanilla. || IntendenteplayWhere stories live. Discover now