III

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Cuando llegó a su apartamento y se dio cuenta que Naruto aún no había regresado, agradeció que aún estuviera a tiempo para terminar con la cena antes de que él llegara.

Se quitó los zapatos en la entrada, haciendo todo lo posible por no tirar al suelo el contenido dentro de la bolsa de papel y el trío de lirios regalo de su amiga Ino. Una vez que lo consiguió se apresuró a la cocina dejando sobre una de las encimeras sus compras, buscó entre los gabinetes un bonito florero de cristal que llenó con agua fría para después colocar las flores ahí.

Sin detenerse a contemplar las flores por mucho tiempo, corrió hasta su habitación, se quitó su uniforme ninja cambiándolo por su largo vestido lila sobre una manga larga de algodón color blanco, sujetó su largo cabello oscuro con una coleta y se colocó su delantal color blanco sobre los hombros.

—Uzumaki Hinata, ¡Manos a la obra! —se motivó con determinación atando el delantal a su espalda con un nudo firme.

Al llegar a la cocina fue de aquí a allá entre la nevera, la bolsa con los ingredientes que había salido a comprar, los utensilios dentro de los gabinetes y la estufa encendida. Pronto en la cocina solo se escuchaba el sonido del cuchillo contra la tabla de madera, el agua hirviendo y el ruido que hacía la carne al cocinarse. Pasó el tiempo en la cocina mientras tarareaba una popular canción infantil.

Ahora estaba todo listo, pensó mientras terminaba de colocar uno de los platos de porcelana sobre la mesa del comedor, los bollos de carne y verduras soltaban un olor delicioso dentro de la vaporera de bambú y el arroz ya también tenía la mejor pinta que se podía conseguir. Dio un último vistazo a la mesa, concentrándose en el jarrón en el centro de esta, donde los tres lirios amarillos esperaban vibrantes. Colocó sus manos sobre su cintura sintiéndose victoriosa de terminar a tiempo.

Soltó todo el aire que había en sus pulmones y observó a su alrededor permitiéndose notar los detalles de su hogar: era un departamento muchísimo más espacioso que donde solía vivir Naruto y probablemente no era ni la mitad del ala norte del templo hogar de los Hyuga, pero el lugar más precioso en el que había estado jamás: sus paredes eran de color amarillo claro decoradas con algunas pocas fotografías de ella, Naruto y de sus amigos, también estaba el afiche de ramen que tanto le gustaba a Naruto en uno de los rincones, así como jardineras con plantas de distintos tamaños que ambos disfrutaban cuidar.

Cerró los ojos y sonrió al recordar que fue Naruto quien le aseguró que cuando fuera Hokage le compraría la casa más grande y bonita que se pudiera conseguir en Konoha, pero ese espacio era ideal solo para ellos dos que en ese preciso momento no lo cambiaría por absolutamente nada. Su apartamento parecía para ella el lugar más perfecto en todo el país del fuego.

Porque era el hogar que ambos compartían...

—¡Estoy en casa! —escuchó su voz enérgica desde la puerta de entrada, sus sentidos enteros dieron un salto, lo mismo hizo su corazón.

Ajustó el nudo de su delantal, se apresuró hasta el umbral de la puerta que daba a la sala de estar y el comedor asomándose así al pasillo que daba a la entrada principal.

—Bienvenido, Naruto-kun —le saludó sonriéndole con sinceridad a su esposo, él le sonrió de vuelta mientras terminaba de quitarse los zapatos—. la cena está lista, ¿o prefieres darte un baño primero?

—Me daré un baño y me iré directo a la cama, Hinata. Por favor discúlpame y cena sin mí —le respondió el chico de ojos azules al mismo tiempo que se acercó a ella y colocó sus manos sobre los delicados hombros femeninos—. Debo descansar bien y prepararme para mañana-ttebayo.

Los ojos de Hinata se abrieron un poco más de la cuenta, ladeó levemente su cabeza con curiosidad, y la verdad un poco confundida, su esposo no dejaba de sonreír mientras mantenía sus manos sobre sus hombros.

Lirios amarillos [NaruHina] [+18]Where stories live. Discover now