IX. FINAL

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Advertencia: contenido explícito

Iba de aquí a allá en cada rincón de su apartamento, inquieta, estaba tan nerviosa que no estaba segura si iba a poder evitar desmayarse apenas Naruto llegara a casa. Sabía que no podría aplazar más el momento de darle la noticia.

Se dejó caer sin miramientos en el sofá doble de la sala de estar, soltó un sonoro suspiro y dirigió su vista hacia la envoltura que protegía a la semilla de amapola la cual había colocado en la mesita de madera en medio de la sala. Las comisuras de sus labios se levantaron suavemente en una sonrisa. No es que no quisiera decírselo a Naruto, al contrario, se moría por hacerlo.

Resopló con molestia, frustrada con ella misma, parecía otra vez esa chiquilla incapaz de formar dos palabras frente al chico a quien amaba. Era patética.

Incapaz de tranquilizarse se puso de pie de un brinco. Rió un poco para sus adentros pensando que, si su bebé fuera unos cuantos meses más grande, y llega a tener ese carácter enfurruñado característico de los varones Hyuga, seguramente ya hubiese pateado en protesta por tanto alboroto. Ese bello escenario de pronto le llenó de valor.

Caminó a pasos lentos hasta una de las estanterías colocadas en la sala de estar, pasó su vista la corta fila de libros ordenados frente a ella. Pasó sus dedos por lomos de distintos colores hasta que llegó al que buscaba: uno de azul claro con estampado de soles con el centro de espiral. Lo sacó con cuidado y observó la tapa con apremio. Era un álbum que Naruto le había regalado justo la mañana después de su primera cita, recordó esa tarde en Ichiraku donde mientras hablaban de sus pasatiempos ella le contó sobre su gusto de prensar flores para conservarlas y coleccionarlas.

Antes de alejarse de la estantería tomó un segundo libro: uno de tapa amarilla donde el título en letras negras resaltaba de entre una bella ilustración de un prado de girasoles.

El idioma de las flores.

Era un libro ya entrado en años, incluso sus páginas estaban comenzando a ponerse un poco amarillentas. Kurenai-sensei se lo había obsequiado cuando regresaron de una de sus misiones previas a sus primeros exámenes chunnin, luego de descubrirla recolectando un par de margaritas y geranios para llevarlos a casa.

Colocó ambos libros sobre su regazo una vez volvió a sentarse en el sofá, abrió el álbum donde había comenzado a coleccionar las flores que eran importantes en su vida junto a Naruto.

En la primera página había una solitaria camelia roja, recordó que fue la primera flor que le regaló Naruto unos días después del incidente de la luna. En sus labios se dibujó una sonrisa al recordar la risa nerviosa de Naruto al confesarle que Ino le había ayudado a elegir la mejor flor para ella, pues él sinceramente se sentía perdido en medio de la tienda de los Yamanaka.

Debajo de los pétalos rojos que al secarse se habían oscurecido suavemente intensificando su tonalidad había un corto escrito de su puño y letra:

Camelia roja: amor sin condiciones propio de la etapa adulta, cuando existe madurez y se vive al máximo la experiencia del amor. "Deseo estar contigo"

No podía olvidar la ligera risa que se le escapó cuando leyó esa descripción en el libro que le había regalado su antigua maestra. Sin duda su amiga Ino tenía un mensaje que darle a ella y a Naruto con aquella camelia roja.

Ilusionada, siguió hojeando su álbum en el cual poco a poco las flores de su historia con Naruto iban haciéndose de un lugar: la margarita que él cortó de un parque después de su primera cita, uno de los girasoles de los que habían llevado a la tumba de Neji por primera vez como novios, del día de su boda conservaba unas cuantas flores de cerezo que ahora coronaban los bordes del gran lirio blanco que había sido el tocado de su peinado, la flor era tan grande que abarcaba una página entera del álbum.

Lirios amarillos [NaruHina] [+18]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora