El Patriarca

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Capítulo 30

El día más esperado finalmente había llegado.
La mansión de Chicago desde tempranas horas de la mañana, estaba en movimientos. El personal de servicio no había descansado desde hacía tres días con los últimos preparativos para el gran día.
El momento que toda la familia del Clan Ardlay estaba esperando, finalmente había llegado.
El jardín, la decoración era impecable, las mesas con sus manteles de un blanco resplandeciente, que brillaban con los destellos del sol que se colaban por las ventanas de cristal transparentes y relucientes.
Al centro de las mesas, unas bases de cristal adornan cada una de ellas con rosas frescas recién cortadas del jardín. Los utensilios de plata brillosos e impecables. Era la prueba que los empleados se habían tomado su tiempo en limpiarlos cuidadosamente por órdenes de Madam Elroy.
Bases de cristal con flores y rosas multicolores, adornaban cada esquina de la enorme sala, adornadas con moños de tela con los colores del clan Ardlay.
_ ¡Perdone Madam Elroy! _ dijo el mayordomo irrumpiendo a la mujer quien daba órdenes a diestra y siniestra.
_Como me lo pidió, los cocineros están preparando la carne. ¿Ira a darles las ultimas indicaciones del platillo principal?_ La mujer asintió. Dorothy y todo el mundo en la mansión estaban nerviosos. Había llegado el día más importante que todos estaban esperando. Hacia una semana que los miembros del Clan habían viajado desde Escocia, Irlanda, Inglaterra, Brasil, Canadá, para mostrar su respeto y lealtad a William Albert Ardlay el heredero de quien algunos no tenían idea que era un hombre joven y hábil para los negocios.
Los Mackenzie estaban presente, Ila Mackenzie estaba segura que esa noche, anunciaría también su compromiso con William Ardlay.
El Lord del clan Mackenzie, era uno de los pocos que sabía que el heredero Ardlay, era un joven galante, educado e inteligente, y no el anciano que la mayoría creía.

New York, apartamento de Albert y Candy

Albert y Candy habían pasado una semana maravillosa. Desde que Candy devolvió el diario que habla casi solo de Terry, a Albert, el rubio no tenía ninguna duda del amor de su mujer. Pues esa había sido su gran prueba de amor, que el joven inglés, era solo un recuerdo del pasado.
En su diario, Candy había escrito de su encuentro maravilloso en Londres, de la carta que recibió desde África y de cómo al leerla, los celos la invadieron al saber de Helen, y ella no comprendía porque sentía celos, en aquella etapa de adolecente en su vida.
_ ¡Ven acá mi amor!... quédate un poco más junto a mí. _ Albert volvió acariciar los muslos de Candy. Sus dedos largos y delicados, recorrían su vientre y entre pierna que la hacía gemir de placer.
_ ¡Humm!... estas lista para mi nuevamente. _ decía mientras le tocaba su maravilloso y deleitable tesoro. Nuevamente se disfrutaron el uno del otro.

Tres días antes
En el hospital Bellevue el Dr. Leonard recibía departe de Albert, los documentos que lo acreditaban como el director y socio mayoritario. Con cláusulas específicas, que si incumplía, perdería completamente todos los derechos descritos en él documento.
_ Sé que nunca cambiará su buen corazón Leonard, y así como cambiamos el aula cero de Chicago y recibimos a todos los pacientes sin antecedentes ni estatus social, quiero que este hospital sea lo mismo. Lo dejo en sus manos. _ ¿Pero está seguro señor William de lo que está haciendo?... pensé que su vocación seria ayudar a los demás, aquí como médico. _ Albert suspiro profundo y sintió que una parte de su corazón se apretaba al saber que ya no podría ejercer como médico. Al menos no por el momento.
_ En tres días será mi presentación como patriarca del clan. Debo encargarme por completo de los negocios, el linaje y patrimonio de mis antepasados como debe ser. Además pronto seré padre, y quiero dedicarme a mi familia también.
_ ¡Tiene razón!... Había olvidado que ahora tendrá que entender los negocios de su padre. _ El Dr. Leonard sabía lo que Albert ama hacer, y es ayudar a las personas como médico. Pero desde niño, heredó el patriarcado de su padre por lo que había llegado el momento de tomar tal responsabilidad.
_ ¡Espero verlo en la fiesta! Georges le enviará por la tarde los boletos de avión para usted y su esposa.
Espero verlo ahí. _ Con esas últimas palabras, Albert se despidió del Dr. Leonard. Al igual que el Dr. Leonard recibiría los boletos de avión por órdenes de Albert. Georges tenía una misión muy importante, y era ir por las madres de Candy al hogar de Pony para que estuvieran en la presentación. Pero sobre todo, para pedir el permiso de desposar a Candy.
Como era de esperarse, la tía abuela se había opuesto al principio. Pero las órdenes de Albert eran ley y nadie podría negarse a cumplirlo. Ese mismo día por la tarde, Candy se había encontrado con Helen en uno de los almacenes más famosos de New York para comprar su atuendo.
Helen, Patricia y Franny, habían sido invitadas por los chicos Cornwell. La Francesa no quería asistir a la fiesta porque aún se encontraba en recuperación de la operación de implantes de senos. Pero Candy había insistido tanto por su presencia que la mujer no pudo negarse.
_ Me temo que no podré lucir un vestido con escote todavía... ¡Ash!... Pero le doy gracias a Dios por estar con vida, y por estar con Archie.
Candy... la vida en ocasiones solo nos da una oportunidad. Y debemos abrazarlas y luchar por ellas... ¿me entiendes?_ Helen con el vestido en mano, observaba a Candy directamente a los ojos. Su mirada y palabras eran tan penetrantes, que Candy sintió como si la señorita Pony o la hermana Lane, se las estaba diciendo.
_ Albert te ama. Siempre ha sido así... nunca ha tenido ojos para otra mujer que no seas tú. No permitas que las dudas te acobarden. No permitas que nada ni nadie se interponga entre ustedes y menos tus dudas. Un amor como el de ustedes, estaba destinado desde el momento que se conocieron... _ Las lágrimas de Candy salieron de su rostro, mientras su corazón se llenaba de felicidad. En el fondo sabía que su inseguridad podría arruinarlo todo.
_ ¡Gracias Helen!...
Gracias por tus palabras. Yo amo a Albert, y si él está dispuesto a enfrentar el mundo por nuestro amor, lo haremos juntos. Además nuestro hijo viene en camino. _ colocándose las manos en su vientre, Candy mostró su mejor sonrisa y actitud. Sonreía feliz, buscando un hermoso vestido para la presentación de su amado.
(Fin del flash back)

Que Será de Ti Where stories live. Discover now