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Era lunes y de nuevo debía ir al colegio.

Tenía clase con la profesora que menos le agradaba. Siempre ponía trabajos en equipo y exposiciones; para suerte de Sehun, nunca le había tocado exponer.

Pero justo este día, a la vieja se le ocurría dejar para la próxima clase una oratoria acerca de un tema social.

Faltaban tres días para la siguiente clase y Sehun ya se encontraba tan nervioso que tenía unas inmensas náuseas.

La señora Kim le dijo que Junmyeon estaba enfermo, se encontraba en casa en cama y con una fuerte fiebre.

- Puedes venir después de clases - dijo ella, Sehun sólo pudo sonreírle y agradecerle.

Las clases habían acabado, todos los alumnos salían apresurados, para gloria suya, el pesado y odioso lunes había finalizado.

Sehun a pesar de su pésima memoria, fue capaz de recordar el camino a la casa de Junmyeon.

Apretó el timbre y esperó un minuto, oía dentro pasos. Pronto, se escucharon más cercanos. Un sonriente Minseok abrió.

- Hola! Junmyeon está arriba muriéndose, pasa.

La habitación estaba casi hirviendo, Junmyeon se encontraba acostado y tapado como un capullo de oruga que pronto renacerá como mariposa. La televisión encendida con caricaturas reproduciéndose.

- Hola, bebé.  - se aproximó a su pequeño y dejó un beso en su frente. Fue bien recibido con una sonrisa.

Sehun estuvo hablando con Junmyeon un largo tiempo. Se quejó de la exposición que daría el día jueves.

Me gustaría exponer, hablar frente a un público, que escuchen lo que diga, hacerles cambiar de opinión acerca de un tema o darles a conocer algo de lo que no tenían idea. Fue lo que él contestó.

Sehun se sintió pésimo, mientras el odiaba ser observando y escuchado, Junmyeon moría por hablar en público. Quiso ser él el que no podía hablar, regalarle su voz al pequeño chico que había robado su corazón en tan poco tiempo.

Silencioso • [SeHo]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora