Prólogo

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Cielos, estoy en un enorme problema. Y no, no es de los problemas que quieren destriparte, hacer un collar con tus huesos y bailar en tu tumba para recuperar su honor. He estado en situaciones como esas y ni de lejos me sentía tan presionada. Ahora hasta desearía que una masa amorfa caminante de siete metros irrumpiera por la puerta para secuestrarme, podría evitar la vergüenza a la que estaré a punto de someterme.

Antes de nada quiero asegurar que sí estaba totalmente decidida a cumplir con todo en lo que me había comprometido. No estaba en mis planes que me mandaran al otro lado del país siguiéndole la pista a un asunto que incluye a Hefesto, del que no puede dar detalles porque me dijeron que mantuviera discreción.

Lo entiendo, si yo fuera él no querría ser el tema principal de conversación en las reuniones familiares por algo tan ridículo, y tener que pedir ayuda a alguien que todavía no puede ni aparcar en paralelo.

Para variar, fue terrible. Tanto el transcurso como el regreso. Pasé tres semanas en la enfermería del campamento antes de que me dejaran volver a casa, no me quisieron dar un espejo así que no puedo calificar los daños.

Pero los gritos de espanto de nuestra vecina y el "oh" que le siguió cuando me reconoció hablaron por si solos.

No espero menos de la siguiente ocasión que soliciten refuerzos. Es una ruleta en la que tu única nunca seguridad es que te irá peor.

Perdí la cuenta de los días, me convencí a mi misma de que aún tenía tiempo y ya se me ocurriría algo. Bueno, estoy contrarreloj y sin la mínima noción de por donde iniciar.

¿En que estaba pensando cuando me anoté a arte dramático?, ¿por qué le dije a la profesora Rodríguez que yo me encargaría de la obra escolar?, ¿Por qué no pude escoger la parodia de Godzilla y tirar por el caño mis ganas de impresionar a mi curso?

Tenía un guion que presentar en menos de veinticuatro horas y ninguna idea original ni innovadora que me llevara directo a una nota alta.

Recibí cinco llamadas de la señora Rodríguez, las tres primeras las ignoré y dejé que mi padre me cubriera con excusas flojas. Necesitaba hacer tiempo, sacar material deslumbrante de la nada, poner mi cerebro a funcionar. Cuando no pude seguir evitando hablar con ella hice uso de mi mejor tono relajado y le aseguré que todo estaba bajo control, que le daría algo digno de Broadway, que era una obra maestra no antes vista.

Solo había puesto mi nombre.

Y estaba mal escrito porque la tecla "g" decidió no funcionar.

Hasta me metí en la piel de grandes escritores. O lo más parecido, no se me permite fumar así que hice burbujas con una pipa por treinta minutos.

¿Qué obtuve?: dejarme en la boca un gusto a champú de manzana.

Intenté la bebida para aclarar las ideas. No encontré vodka, en realidad no encontré más que jugo de uva.

Resultado: me dieron ganas de ir al baño.

Quería hacerme bolita y llorar.

No solo estaba defraudando a mi profesora, también a niños huérfanos sin lugar donde vivir.

El dinero recaudado con las entradas de la obra iban a servir para restaurar un orfanato en mal estado, hacer felices a esas tiernas almas, seríamos la prueba de que se pueden hacer cosas buenas sin pedir nada a cambio.

Todo se iría al demonio por mi falta de organización.

Incluyendo que he estado perdiendo clases sin parar, por culpa de los que no deben ser nombrados. Si lograba recuperar contenido lo más rápido posible y acumular puntos extras tenía posibilidades de no perder el año.

Arte dramático era lo que más tentador se veía en la lista, me ofrecía lo que necesitaba. Me la pasaría bien, me ayudaría un poco con mi problema académico y sería parte de un buen acto de solidaridad.

¿Por qué nada me sale bien?

Entonces fue cuando mi padre tuvo que intervenir, quizás le haya dado una pista verme golpearme la cabeza con un cojín sobre cuan frustrada estaba. ¿Y que hizo? Me brindó mi salvación, mi maldición. Un acto que me condenaría a pedir asilo en protección de testigos semidivina. Diecinueve palabras, Diecinueve palabras que no dudé en tomar:

"¿Sabes? Yo sí vería una obra basada en tus días en el campamento, siempre dices que son tan... extrañas."

Vi la luz, vi como mi vida pasaba delante de mis ojos, esta vez literalmente. Antes de darme cuenta ya iba por la mitad, no había vuelta atrás y estaba lista para aceptar las consecuencias.

No me importaría ser la persona más jóven en llegarle una demanda por "calumnias". Arriesgaría la identidad del campamento y sus integrantes, quizás daría un giro a como las personas ven el mundo, muchos entrarían en crisis existenciales y las citas al psicólogo subirían sin control, sí. Pero los huérfanos tendrían televisión... y yo un futuro en esta sociedad.

Claro, en el caso de que no se tome como ficción. Lo que no me preocupaba. La gente ve lo que quiere ver.

Que decir de los de arriba, lo más piadoso a lo que podían condenarme es a esa demanda multimillonaria o me quitarían un órgano. Yo me siento muy apegada a todos ellos.

Abastecida de litros de café, comida como para llenar a veinte personas. El relajante sonido de una pelea que alcanzaba a ver desde mi ventana. Y con las manos en una fantástica trama que me ayude a superar a Clarke Hopkins. Su conmovedora historia de Buscando a Nemo adaptada a Matrix dio de que hablar un mes.

Me hacía ilusión que papá supiera que en serio me esforzaba. No es que se la pase saltando de alegría cada verano mientras sepa a lo que me arriesgo y lo que ignoro por seguir responsabilidades, las únicas buenas noticias que le he dado todos estos años es volver a casa.

Siento que no nos hemos presentado. Voy directo a contarte una historia y ni siquiera sabes quien soy. Mi nombre es Mia Morgan, soy una semidiosa y... la frase que iba a seguir sonaba muy cliché.

Me encantaría dar una introducción más completa, pero a nadie le gustan los spoilers.

Dioses griegos. Están más vivos que nunca ¿Debería presentarlos uno por uno? No, mejor dejo una breve información de cosas que tiene en común:

Presentar carácter inestable, tomar malas decisiones. Ir por el mundo dejando su semilla como si no hubiese un mañana. No encontrar pertenencias y dejarles el mandado a niños confusos, mantenerse ajenos a conflictos que requieren su atención pero no les interesa o encomendar a sus hijos con mortales a misiones impredecibles que ocasionó una profecía poco fiable.

Espero que valga la pena y mi profesora valore la realista descripción de un hombre mayor de mil años llorando por su rayo perdido, drama entre familia, el casi fin del mundo. Sobre todo la imperdible revelación inédita.

Aquí vamos.


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A través de la niebla || PJO Donde viven las historias. Descúbrelo ahora