Atentado y Descubrimiento

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Después de mi comilona y mi corta lectura, decidí ir a casa, ya era muy tarde, antes de irme de la biblioteca pude ver a través de las ventanas la fría noche que calaba por esos cristales, apurada salí de ahí para tomar el primer taxi que encontrara.

Minutos más tarde de mi llegada al apartamento, Dakota me llama preguntándome por qué no la esperé y yo, o sea niña, te estabas comiendo con tu novio.

¡Qué incómodo! 

Además, me dijo que llegaría un poco tarde porque saldría con Cam al cine, yo creo que debe ordenar sus prioridades, tiene atrasadas como 20 tareas y 10 informes, pero ese no es mi problema, ya se lo he repetido miles de veces como grabadora y no hace caso.

En esta amistad, la responsable soy yo, ella es la parte tranquila y que difícilmente se estresa porque se para relajando en salidas para socializar.

Como tengo tiempo libre, no sé si deba salir a dar un paseo o quedarme en casa; mientras estoy decidiendo que película ver en la televisión (sí, decidí quedarme en casa porque soy una vaga), vuelve a sonar mi celular con ese chillido abrumador que me estresa constantemente, pero esta vez es el detective quien me llama y sugiere que deberíamos buscar alguna libreta o diario de mis padres que nos puedan aportar algunas pistas acerca del misterioso número de teléfono, al cual ya llamamos por cierto y nadie contesto, lamentablemente.

Bien inoportuno el detective, ya me había puesto hasta el pijama y ahora tendré que volverme a cambiar.

Así que, ahora me encuentro en un taxi, de esos amarillos, con dirección a la casa de mis padres; en la puerta, me encuentro con el arruinador de tardes libres, digo el detective.

El susodicho dice que entremos y nos dividamos dentro del amplio despacho de mi papá, me recuesto en el asiento de cuero negro que aún mantiene su aroma masculino, e inspecciono el escritorio de madera fina y oscura, posiblemente de caoba.

Trato de abrir el cajón principal y se queda atascado (sí, solo a mí me pasan estas cosas), le pido ayuda al detective, el cual me mira con aire de desaprobación mientras ríe, me está comenzando a caer mal.

Jala fuerte el cajón y tampoco logra abrirlo, me dice que va a ir a buscar una herramienta para poder abrirlo y se va.

¡Ja!, Débil.

Mientras lo espero, doy vueltas en la silla giratoria en la que estoy sentada, para no a morir del aburrimiento.

Soy una niña pequeña encerrada en el cuerpo de una adulta.

En el momento exacto, en el que el asiento deja de dar vueltas y para bruscamente, recibo un golpe en la cabeza que provoca que caiga hacia un lado, quedando inconsciente en el acto, lo último que escuché fue un sonido fuerte y estruendoso, como un balazo, quizás lo era.

Me despierto con un gran dolor en la cabeza, mientras que el querido detective trata de ayudarme a levantar del suelo, y me explica la situación.

—Bueno, Heaven, sucede que, cuando regresé a la habitación, vi a unos tipos frente al ventanal, como yo estaba en la puerta no se dieron cuenta de que yo estaba ahí. Ellos planeaban matarte, (eso creo), estaban con armas, apuntándote, y mi mejor solución fue tirarte algún objeto en la cabeza para que caigas al otro lado, sin que noten mi presencia — dijo apenado, soltando el aire que tenía retenido mientras hablaba.

—Espera un ratito, ¡¿Me estás diciendo que tu mejor solución era romperme la cabeza con un florero?!, Creo que el que quiere matarme eres tú —le respondí, tratando de no reírme ni quejarme por el dolor.

—¿Lo siento? —dice el despiadado intento de asesino al ver que tengo la cabeza cortada y con mucha sangre saliendo a chorros debido a algunos trozos del jarrón roto. Alguien se va a ganar un descuento, nomás digo.

Analizo mi herida frente a un pequeño espejo circular que hay cerca del despacho, el detective se acerca y dice que me tiene que limpiar la herida, me siento en un banco pequeño que encuentro por ahí.

El detective se acerca a mí, extiende su brazo con un paño húmedo en la mano para poder desinfectar el corte, mientras voy anotando mentalmente los beneficios de que él limpie la dolorosa herida: uno, le tengo fobia a la sangre; dos, el muchacho huele a rosas (literal); tres, puedo apreciar su rostro de cerca, tiene ojos grises, facciones suaves y para ser sinceros, no está nada mal.

Sal de aquí Satanás, no me hagas tener pensamientos impuros.

Y ahí viene la pregunta del siglo que hace explotar mi reducido cerebro y alborota mis hormonas:

¿Por qué diablos nunca me di cuenta del modelo de playboy que tengo en frente?

Bueno, está bien que sea distraída pero no es como para no darme cuenta de tremendo semental.

Adivinen quién va a decir lo menos adecuado para este momento, sí, yo.

—Quita, invades mi espacio personal —balbuceo botándolo con mi brazo, él se aleja confundido, me tiende el paño lleno de sangre y sonríe. Me desmayo abruptamente y no es literal, de verdad me desmayé, quisiera creer que fue por la sangre perdida y no solo porque me sonrió.

—Entonces, ¿Quieres que te limpie la herida? —pregunta burlón, esto no es nada gracioso, pero su risa es muy cautivadora, tanto que hasta estoy considerando reírme yo también, en vez de eso, me levanto y me voy, con la sangre todavía chorreando por mi cara.

El orgullo y la dignidad, ante todo.

El detective va corriendo detrás de mí, rogando a Diosito que no lo despida, implorando a los ángeles y arcángeles que se apiaden de su pobre alma.

Finjo estar pensando en cuanto descontarle, contando con los dedos de las manos, cada vez que, bajo un dedo, el ingenuo suelta un suspiro, hasta que da vuelta atrás porque se da cuenta de que su amada empleadora solo se estaba burlando de él.

Y si amigos, lo disfruté, no me arrepiento de nada. Esa es mi venganza. Una pequeña, nada más. Por eso dicen, quién se burla de Heaven, mal parado queda.

Nadie dice eso. Ya lo sé. 

Salgo de la casa y espero un taxi, el detective se acerca y me dice que me va a acompañar. Seguro que está arrepentido por lo que hizo, así que quiere enmendar sus errores.

Comienza a hacer frío y mis huesos lo están sintiendo, comienzo tintinear mis dientes. Un viento fuerte azota a todas las personas y solo me queda encogerme en mis hombros debido al frío voraz.

Corazones Ambiciosos | CORRIGIENDOWhere stories live. Discover now