Parte 2. Acelerar.

43 10 40
                                    

Peyton Beckett.

No iba a bajarme.

Y no lo hice, pretendí estar muy ocupada con mi celular hasta que sentí a la distancia, el sonido del timbre. Sólo entonces, tomé mi mochila del asiento de copiloto y salí del auto.

Caminé sintiendo mi corazón estropear mi postura desinteresada, empujé las puertas y seguí a mi clase con la cabeza bien en alto.

Sólo un par de personas estaban en los pasillos y nadie actuaba raro, para mi suerte.

Tenía historia, genial.

Toqué la puerta con mis nudillos, tres pequeños golpecitos que llamaran la atención del profesor, quien inmediatamente gritó un «adelante».

Puse mi mejor cara angelical y abrí la puerta.

—Buen...

—¿Estas son horas de llegar, Beckett?

Mierda. Ya empezábamos con mal pie.

El profesor se veía de mal humor, todos los estudiantes me observaban atentamente. Había cierta tensión en el aire, y entendí a lo que se debía cuando bajé mi mirada a sus bancos, y noté que había un papel frente a ellos.

Joder, ¿teníamos examen hoy?

Mierda. Estaba perdida, no había estudiado.

Carraspeé volviendo mi atención al docente y le di una pequeña sonrisa de todas formas; era mi fracaso, pero necesitaba que me dejara darlo.

—Tuve un retraso personal. ¿Puedo entrar?

Hizo un silencio breve, en el que realmente consideré que no lo permitiría.

Y mientras el profesor decidía mi futuro, yo intentaba evitar mirar al fondo, donde cierto estudiante sobresalía de los demás, con su vista clavada en mí.

Finalmente hizo un gesto para que tomara asiento, entregándome un papel cuando pasé a su lado. Me senté en la banca junto a Sofía y comencé a escribir, sin siquiera saludarla.

No observé a nadie, evité que mi mirada fuera a nadie en específico.

Tenía miedo que me leyeran como un libro abierto. Y estaba demasiado enojada, o en una situación rara, con los pocos que confiaba.

Al menos, todavía era un secreto mi drama familiar.

La puerta sonó con un golpe seco, llamando mi atención. El profesor me daba una mirada molesta, por haberla dejado abierta. Me puse a leer rápido las respuestas, empecé a escribir primero las que me sabía de memoria.

Mientras me enfocara en mis logros académicos, podría sobrevivir al día.


—Ya pueden entregarlo. Pasen adelante su hoja hasta la primera fila.

Sólo me había dado diez minutos. Intenté escribir lo más rápido que pude lo que me quedaba de esa respuesta, al menos sólo para terminarla. Dos y media de cinco, era algo.

Estiré mi mano sin ver.

—¿Si, Beckett?

Levanté la cabeza.

—¿Podría darme cinco minutos más? Así termino con...

—No, páselo adelante a su compañero —interrumpió—. Es su irresponsabilidad no llegar en hora.

Sabía que era un intento fallido. Escribí las últimas palabras y subí hasta la esquina de la hoja, para completar mis datos personales y entregar.

Persiguiendo Errores. | #1Where stories live. Discover now