Chapter 20: Retorno

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El avión había descendido recientemente dentro de uno de los aeropuertos de Londres. Shirou, Manaka, Illya, Sella y Leysritt desabordaron del avión y salieron del aeropuerto.

—Shirou, ¿podemos explorar la ciudad? —habló Illya de forma entusiasta.

Para alguien que había estado encerrada durante más de una década dentro de las murallas de un castillo en lo alto de una montaña, todo lo que había visto desde que salió de este le parecía nuevo y emocionante.

—Me gustaría enseñarte todo; pero, estamos cargados de equipaje. ¿Qué te parece si hoy nos dedicamos a desempacar y mañana te enseño la ciudad?

Illya hizo un pequeño mohín; pero asintió.

Shirou no se había percatado hasta que comenzó su viaje de regreso; pero ahora cargaba con muchas armas: Neocaliburn, Vorpal, el Black barrel, el castigo fantasma que también estaba consigo, su primera katana, a la que él siempre llamaba Muramasa, pues cargaba con el espíritu de su antepasado; pero cuyo nombre completo era Kokorozashi Muramasa, y ahora tenía una nueva katana, Watsugunairui Muramasa, la katana hecha con el cuerpo de Kiritsugu.

Por un momento, Shirou analizó los nombres de sus katanas, a él le pareció gracioso que todas terminaran con el apellido Muramasa; pero suponía que era parte del orgullo de su abuelo. Kokorozashi, este kanji está compuesto por dos caracteres; Tsuchi, que significa tierra o arcilla y Kokoro, corazón, mente o espíritu. Es traducido como deseo, intención o ambición. Poner una idea en práctica tomando acciones con un fuerte compromiso. En pocas palabras, Kokorozashi Muramasa representa la intensión y el deseo de Muramasa por trasmitir sus técnicas de forja a sus descendientes, con el fin de que algún día uno de ellos sea capaz de cumplir su más grande ambición. Esto lo ejemplificaba ya que era la espada en la su abuelo había puesto todo de sí, incluso su espíritu.

Por otro lado, Watsugunairui Muramasa, esta fue, como tal, la primera espada a la que él le puso nombre. Se lo estuvo pensando durante días y, al final, decidió que este era el nombre adecuado. Watsugunairui, escrito con los kanjis Warui, que significaba mal o malo, y el kanji Tsugunai que significa expiación, juntos se podían traducir como la palabra redención. Si bien la katana fue forjada impregnada con la maldición de todos los males del mundo, esta fue hecha también con el cuerpo de su padre, un hombre cuyo deseo era salvar el mundo, creando uno donde nadie tuviera que estar triste. El arma en sí era contradictoria y, más aun, cuando Shirou la usaría también como parte de la espada que cortaría el funesto destino al que se enfrentaban; sin embargo, así era como debía ser. A fin de cuentas, cuando él investigó sobre Angra Mainyu, se dio cuenta de una triste verdad, Angra Mainyu no era un dios malvado, sino un niño al que le tallaron todas las maldiciones conocidas en su piel en un intento absurdo por expiar los males de la humanidad, Shirou nunca podría tolerar algo así; pero era como si el espíritu le estuviera diciendo cual debía ser el nombre de esa arma: Watsugunairui Muramasa, la espada que expiaba los males de la humanidad, que redimía la vida de dos héroes trágicos, y que él usaría para ayudarle a liberar al mundo de un terrible destino.

Todo esto causó que se diera cuenta que tenía un grave problema: a medida que más forjara, más espadas tendría y, obviamente, no podía cargar con todas en su persona. Podría dejar algunas ahora en el taller; pero eso "reduciría" su potencial ofensivo, así como su versatilidad; pues si bien podía proyectarlas, eso gastaría su od, od que necesitaba para realizar sus ataques más poderosos, en pocas palabras, necesitaba una forma de portar con sus creaciones sin que estas le obstaculizaran.

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