El deber que viene al proteger el honor. Aunque su pareja destinada no existe ellos son lideres de manadas, honorables y dispuestos a cumplir con su deber ¿Aceptarían solo 90 días para conocer a la persona con la que pasaran el resto de su vida?
Pu...
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Yeosang.
Él me atesoraba como su joya más preciada, me daba alimento cuando mi hambre surcaba y sangre cuando no podía controlar mi sed. Era mi todo y él lo sabía, pero no me importó, lo dejé jugar a ser mi Dios hasta que la fe no me fue suficiente.
Hongie y Seonghwa se pusieron a mis costados mientras me daban el control remoto para intercalar las secuencias en la televisión. Habían conectado las cámaras para poder revisarlas y ahora Seong sostenía un cuaderno, mientras yo iba presionando cada una de las tomas y decía en voz alta cuando una cara de los invitados me parecía conocida.
La noche de mi ataque no pude prestar mucha atención a cada uno de los rostros con detalle, pero creo que la gran mayoría eran bastante singulares como para estar seguro en cuanto los volvía a ver.
No sabía porque cada que detenía la imagen y señalaba a alguno, la familia entera soltaba maldiciones en voz baja. Lo suficiente como para no ser escuchados por los demás, pero creo que no estaban conscientes de que yo sí podía escucharlos. A excepción de Hongie quien despotricaba a diestra y siniestra sin importarle quien pudiera oírlo.
Una de las imágenes me hizo detenerme por un buen rato, no estaba seguro de que ese chico estuviera esa noche, pero algo en sus ojos me hacía creer que sí, Mingi se puso algo tenso cuando yo lo señalé, más aún cuando Yunho me mostro una imagen de perfil del muchacho y por fin pude ubicarlo.
— Se llama Kim Young Jo, le dicen Ravn — Fue lo último que dijo Gigi antes de irse a su habitación sin mirar atrás.
— Deberías ir con él — Propuso Hong debilmente a Yunho, haciendo que este asintiera de inmediato antes de ir en su búsqueda.
— ¿Hice algo malo? — pregunté cohibido por la forma en la que el ambiente se tensó.
— Tu no, pero ese chico, si — respondió Seong mientras pasaba uno de sus brazos por mis hombros para que siguiéramos buscando en más fotografías.
Esa noche cuando todos habíamos terminado la cena, los jefes de la casa nos mandaron a dormir. Me quede a lavar los platos junto con Wooyoung mientras Jongho y San se encargaban de limpiar la mesa y ordenar un poco la sala.
— Yeo, ¿Puedes venir un segundo? — preguntó Jongho apenas asomando un poco de su cuerpo por la puerta de la cocina.
— Yo terminare esto, ve — me animo Wooyoung con una sonrisa, así que le tome la palabra mientras me encaminaba al patio trasero.
