🥀CAPÍTULO 3🥀

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 Me meso de nuevo en el columpio que cuelga del gran roble cerca del jardín. Es una mañana fresca pero agradable. La brisa, en compañía de los brillantes rayos del sol y los cantos de las aves, hacen parecer todo tan mágico. Que me hizo cuestionarme que de peligrosa tenía esto para que mis padres me lo prohibieran experimentar.

Al sentir algo cálido sobre mis hombros, miro detrás de mí, encontrándome con Andrew, quien luce pálido y decaído.

—Es un día fresco, debería entrar. Si enferma será mi responsabilidad y es algo con lo que no pienso lidiar. Ya es suficiente carga estando sana.

—Joven Andrew, ¿está bien? —ignore sus palabras.

Él no contesta, solo se limita a mirarme. Así que me pongo de pie y me acerco a él, tocando su frente.

—Tiene temperatura —digo. Aparta mi mano al atreverme a tocarlo.

—Estoy bien.

—Hacerse el fuerte, no hará que deje de sentirse mal. —Me quito la chaqueta y se la ofrezco—. Parece que la necesita más que yo. También le recomendaría quedarse en casa porque de seguro atrapó un resfriado.

Él la toma con cierta irritación.

—Es buena fingiendo preocupación por un desconocido, señorita Raisa. —Se pone la chaqueta—. Pero deje decirle que no es necesario crear este teatro, pues ambos sabemos la razón de que esté aquí.

—Es verdad que es un desconocido, pero no deja de ser mi prometido. ¿Por qué tendría que fingir que me importa, cuando es un hecho que debe importarme su bienestar? —menciono. Él parece estar a punto de decir algo, pero desvío la mirada más allá de él— ¿Pasa algo, joven Alexander?

Le dedica una mirada a Andrew y después a mí.

—Te gusta pintar, ¿verdad?

¿Cómo sabía aquello? Nunca lo mencione.

—¿Por qué?

Antes de que me dé una respuesta, Andrew habla:

—¿Por qué sigues aquí?, deberías estar en la escuela.

—Ah, eso. ¿Puedes llevarme? —pregunta—. El auto se averió y mi amigo no puede pasar por mí.

—Bien, vamos. —Avanza a la casa—. Alexander —Lo llama al ver que no lo sigue y se mantiene frente a mí, sin dejar de mirarme.

—Nos vemos a la hora de la comida, que tengas un buen día. —Me dedica una sonrisa y corre hacia su hermano.

Al quedar sola, permanezco unos minutos más contemplando el bosque hasta que me dirijo a la cocina en busca de una buena conversación que me aleje del aburrimiento, pero mi atención es capturada por un cuadernillo que tiene en su portada a un grupo de chicos con rasgos asiáticos.

—Es de Amy —dice Ofelia con una sonrisa, al ver mi interés —. Le encanta leer ese tipo de cosas y hacer test.

—¿Vienen test?

—Sí, por ejemplo, qué chico famoso puede enamorarse de ti o saber si le gustas a alguien. A veces incluso saber qué tipo de personalidad tienes o que animal serías. —Frunzo el ceño ante lo último y ella ríe—. Lo sé, suena tonto y ridículo, pero es divertido, aunque yo prefiero este tipo de lectura.

Abre un cajón y saca un libro. Avanzo hacia ella y lo tomo de sus manos, mirando la sinopsis. No es el estilo de libro que suelo leer, pero siempre es bueno intentar algo nuevo.

—Ofelia, ¿puedes prestarme algún libro?, olvidé traer algunos de casa.

—El joven Andrew tiene muchos en su habitación —menciona.

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