пятнадцатый

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—¿Tienes miedo? Lo huelo lo siento —sonrió sacando la pequeña navaja, Horacio miró aterrado intentando zafarse del agarre, dos hombres agarraban con fuerza sus antebrazos manteniéndolo de rodillas y con la espalda inclinada —. No pasa nada, ¡Solo te dolerá un montón! —sonrió aún más.

—¿Qué... queréis de mi? —miro al suelo, estaba aterrado, no debería de haber discutido con el ruso, si no lo hubiera hecho ahora estaría en el zeta con él.

—No seas egocéntrico, de ti no queremos nada, solo queremos aprovechar que tu nombre, tu mera existencia es más importante de lo que crees, pero no por ti, si no por los que quieres que sigas ahí —se posiciono tras Horacio y puso una mano en su hombro aterrorizando más de de lo que ya que estaba al más bajo —. Un sicópata, con comisario y otro sicópata al que llaman superintendente, eres el cebo perfecto para que pierdan la cordura y que cuando no aguanten más, cuando lleguen a su límite, estaré ahí para matarles sin piedad.

—¡No porfavor! —grito al sentir que empezaban a clavar poco a poco la navaja en su ancha espalda.

—¡Horacio! —grito removiendo a su hermano. Trago duro evitando esos recuerdos que había decidido abalanzarse sobre el al ver una pequeña navaja que poseía un protagonista de una serie en la televisión —. ¿Estás bien?

—Oh, claro que lo estoy —dijo desinteresado, otra mentira más a la bolsa de mentiras de esa semana.

—Ah, vale —murmurdo distraído cerrando la nevera —. Hoy voy a estar en una reunión de la mafia —aviso —. Tu tienes que vigilar y enséñales un poco a los alumnos.

—Oh, llevas toda la semana con la mafia y yo haciendo esa mierda de los alumnos —se quejo —. ¿Qué te parece si yo voy a la...?

—No —dijo simple.

—¿Por qué yo no puedo ir? —hablo ahora indignado caminado hasta estar frente su hermano.

—Por qué tienes que vigilar hoy a los alumnos —comento.

—¿Por que no puedo ir yo a la reunión de la mafia y tu te quedas?

—Por qué no.

Desesperado por las respuestas tan estúpidas que le daban le gritó —: ¿¡Por qué!?

—¡Por qué eres un blando Horacio! —le devolvió el grito su hermano mayor de otra madre —. ¡No te quieren en la mafia! ¡Por qué eres un blando, no sirves!

—¡Puedo ser peor que tu! —le grita con dolor y lleno de ofensa por todo su cuerpo.

—¡Pero si aún sigues durmiendo con un puto unicornio de peluche!

—¡Y tu con una pistola bajo el cojín! —hecha en cara.

—¡Uy si, lo msimo es! —hablo con sarcasmo.

Gustabo camino hasta la puerta, más Horacio agarro su codo empujándolo hacia atrás —. ¡Tu irás a comisaría yo...!

—Que te han hechando de la mafia,  no nos sirves. Te ven como un cobarde, un niño indefenso —al decir esas palabras tan hirientes, Horacio poco a poco soltó a su hermano dejando que este abriera la puerta.

—¡No soy un cobarde! —la grito más Gustabo ya había cerrado la puerta del departamento de un portazo.

—¡No soy un cobarde! —la grito más Gustabo ya había cerrado la puerta del departamento de un portazo

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Cobarde.

—¿Lo estoy haciendo bien subinspector? —pregunto con emoción el alumno de pelo rojo, que seguramente el intendente le mandara que se lo tiña a un color castaño. Dan asintió con desgana observando al alumno que le asignaron, este estaba practicando la PDA —. Oiga subinspector, no quiero ser descortés ¡Ni mucho menos! Pero... Llevamos toda la mañana metidos en el sótano de comisaría... Y yo... Buscaba...

—¿Acción? —hablo con desinteres.

—¡Si eso! —exclamo emocionado

Cobarde...

—Para tener de esa “acción” que tanto quierés, necesitas entrenar mejor. Eres un desastre en la PDA, tampoco sabes algunos códigos penales, ¿Qué esperabas, que saliéramos al aventura? Nah, no me apetece anunciar una muerte tan pronto.

—Pero.. me dijeron que tú... Que tu llevas a los códigos tres a los alumnos... Ya sabes que los llevabas a la acción y...

—Aja, lo hacía —habla desinteresado —. Hacía es pasado. Llegas tarde.

—Yo creí que...que...

—Subinspector huelga de basureros en la puerta de comisaría venga rápido —interrumpió alguien en la radio.

Dan acercó la radio a sus labios —. En camino —hablo simple —. Ponte a repasar todos los códigos penales y los códigos policiales, cuando termine todo iré ha preguntarte, si no lo sabes estás fuera del cuerpo.

¡Cobarde!

Y con ese miedo que había metido al cuerpo de ese pobre alumno se marchó.

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Horacio esta perdiendo la paciencia. ¿Qué pasará?

Un beso.

—N.G.A

incógnitamente enamorado. VOLKACIO.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora