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CAPÍTULO 44 | Los Ángeles

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CAPÍTULO 44 | Los Ángeles.

Ya había estado en Los Angeles pero claramente no el lugar dónde nos dirijamos ahora en el cual estaba quedándose Cristian. Su departamento solo quedaba a una cuadra casi de la playa y cuando Hidalgo me muestra de lejos donde se quedaba él sé que tendría una maravillosa vista desde ahí.

Que calma.

Y quiero decir que un poquito de arrepentimiento comenzaba a flotar y supe que debí calmarme cuando quería intentar comerme las uñas, que ni siquiera eran mías, de vuelta a Argentina necesitaría manicura de nuevo.

—Ya estamos llegando. —anuncia a mi lado Hidalgo con la vista en su celular.

Tomo aire, debía calmarme y pensar que después de esto todo terminaría y listo. Quiero creerlo, quiero creer que venir hasta acá no es para empeorar las cosas, pero con Cristian y yo quién sabe.

No sabía cómo podía terminar, siempre era una sorpresa, salía de la nada sin haber pensado antes que sería así por cual eso me daba más miedo, no saber cómo podría salir esta vez.

—¿Querés que te saque pasajes? —cuestiona una vez que bajamos del Uber. Mi vista se pierde un momento en el edificio que estaba frente a nuestros ojos.

—¿No habías sacado ya? —lo miro incrédula, aunque bajo mi voz al segundo, él no era German—. Perdón.

El se ríe y niega para agarrar mi bolso mediano que traje solo por las dudas, me coloco la mini mochila en mis hombros para seguir el paso.

—No estaba seguro si volverías al día, o otro.

—No vine de vacaciones Fernando. —suelto mirándolo, el niega con una mini sonrisa en sus labios y no lo entiendo, me deja pasar después de abrir la puerta de vidrio del edificio.

Veo a un hombre que asiente al ver a Hidalgo y deduzco que sería su portero, pero más parecía un seguridad de un famoso de Hollywood. El camina y solamente lo sigo hasta el ascensor, que abre sus puertas enseguida.

—Sabes que mientras estés acá puedo cubrirte con Fernández. —habla haciendo referencia a mi representante, dejo de mirarme el espejo del ascensor para mirarlo—. Me mandó mensaje. No te preocupes, lo voy a suavizar pero iba a ser mejor si le decías que venía.

—Tenía cosas que hacer allá, no me iba a dar pelotas si le decía para venir. —cuento mordiendo mis labios.

Nuevamente silencio hasta que el sonido de las puertas abriéndose nos hace movernos nuevamente, es un pasillo bastante largo con alfombra blanca y dejó que el representante camine primero mientras miro los números dorados de las puertas, hasta llegar a una última puerta, toca la puerta y ahí si, siento esos nervios.

—Ya sabes cualquier cosa, llámame Emma. —vuelve a repetir y asiento, lo veo agacharse y dejar mi bolso para darse un medio giro y alejarse.

—¿Dónde vas? —pregunto incrédula viéndolo, el se gira a mirarme con esa misma sonrisa—. ¡Hidalgo!

Ángel | Cristian Pavón [2]Where stories live. Discover now