quince

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Abro un solo ojo al escuchar mi celular sonar en mi mesita de noche y suelto un bufido al ver que la que me estaba llamando era Camila. ¿Acaso no sabe que me fui de fiesta y soy una alcohólica en proceso? No puede llamarme a esta hora.

—¿Qué quieres de mí? —pregunto volviendo a recostar mi cabeza en la almohada.

—¿¡Cómo es eso de que Kai y tú se besaron!?

Recuerdos de la noche anterior llegan a mí de golpe y me levanto de una del susto, descubriendo que estaba en la habitación de mi mejor amigo y no en la mía como imaginaba. Estaba usando solamente una camiseta del Leverkusen y mi ropa estaba tirada por todo el piso. Por amor a dios.

—¿Quién te dijo? —susurro—. Camila, estuve con Kai. Repito, estuve con...

—Buenos días —Havertz entra en la habitación con una bandeja llena de comida y corto la llamada de una—. ¿Era Cami, no?

—Sí, quería saber dónde estaba. Tengo que ayudarla a elegir el postre de la boda.

Kai se sienta a mi lado y pone la bandeja al frente de mí para mostrarme lo que había preparado. Sé que está orgulloso de si mismo por la sonrisa gigantesca que tiene en el rostro.

—Lo preparé yo —murmura—. Te hice pan tostado con aguacate, la barra de granola que amas, un latte con leche de almendras, un ibuprofeno y jugo de naranja.

Le doy un beso en la mejilla y empiezo a devorarme todo como si no hubiera mañana. Mientras eso pasa, Kai enciende la televisión y entra en Netflix para poner Glee, porque eso es lo que hacemos cada tarde que estamos juntos.

—¿Cuándo vuelves a los entrenamientos? —pregunto y el pelinegro abre los ojos como platos—. No me digas que los rumores son ciertos.

—No sé si me voy a quedar en Alemania.

Dejo de lado la bandeja y me dan ganas de tirarle encima el café que me quedaba. Me levanto de la cama y me voy al baño a hacer mis necesidades, aunque realmente solo quería alejarme de él un rato para procesar todo.

Entonces, estamos juntos por primera vez desde que nos conocemos y ahora me sale con que está pensando en irse de Alemania. Lo peor es que este es mi último año de universidad y tengo que hacer las prácticas, así que no puedo andar planificando irme a otro lado.

¿Irte a otro lado? Pero si no son nada, idiota.

Igual, sé lo mucho que el Bayer significa para Kai, así que no la debe estar pasando bien tomando una decisión y mi trabajo como su mejor amiga es estar siempre, aún si decide irse al Real Madrid.

Dios, que no sea al Real Madrid, te lo pido.

—¡Kai! —grito desde la ducha. Espero hasta escucharlo entrar y saco la cabeza por un pequeño espacio cuando esto sucede—. ¿Puedes buscarme ropa? Mis cosas están en el cuarto de invitados.

Sí, ambos tenemos ropa regada en nuestras casas, porque a veces nos quedamos dormidos de la nada y siempre es bueno tener algo guardado por si acaso.

—Aquí tienes —dice entrando y saliendo sin más.

Cierro la ducha y enrollo mi cuerpo y mi cabello en dos toallas distintas. Me cepillo los dientes, me peino y luego empiezo a vestirme con lo que Kai me había traído, que era ropa interior, su camiseta de la selección, unos joggers y un par de medias negras.

—¿Tú tienes las llaves de mi coche? —le pregunto al salir, pero no había nadie en la habitación—. Obvio, estoy sola.

Busco mi pequeña bolsa y ahí estaba mi billetera y las llaves, además de mi bolsa de maquillaje, el cargador y la invitación a la boda de Lea. Doblo mi vestido con delicadeza y como no encuentro mi ropa interior por ningún lado, salgo del cuarto en busca de Kai. Creo que tenemos que hablar de lo qué pasó.

Voy por el pasillo de las habitaciones como si nada y bajo las escaleras imaginándome que el chico estaría lavando los trastes o que sé yo, pero me lo encuentro tocando el piano. Tocando el piano. Usando un suéter y sus shorts del equipo. Me va a dar algo.

Me quedo donde estoy y trato de no hacer ruido para que no note mi presencia y siga tocando, porque Kai puede ser la persona más insegura del mundo si se lo propone. De la nada, empieza a tocar una de mis canciones favoritas de todo el mundo y las ganas de llorar me invaden. No podía ni decírmelo a mi misma antes, pero lo amo.

—¿En serio? —suelto cuando termina—. ¿The Only Exception, en serio?

—Ven, siéntate —murmura sonriendo. Hago lo que me pide y este coloca su mano en mi muslo al instante—. ¿Quieres hablar o simplemente olvidamos lo que pasó?

Abro la boca ligeramente para contestarle, pero rápidamente vuelvo a cerrarla. Kai se ríe y siento mis mejillas acalorarse—. Nunca pensé que esto pasaría, ¿sabes?

—Ni yo, pero mamá me dió el pequeño empujón que necesitaba para hacerlo —me explica y me lo tuve que haber imaginado. Sabía que su mamá me amaba, pero no para tanto.

—Y bueno, ¿quién no me querría como la novia de su hijo? Mírame —digo rodando los ojos y este me da un codazo—. No estoy mintiendo y lo sabes.

—¿Ahora somos novios? —cuestiona, escondiendo uno de mis cabellos rebeldes detrás de mi oreja.

—No sé, pero no me importa en estos momentos. Yo solo sé que te tengo a mi lado.

—Pienso lo mismo —susurra antes de juntar nuestros labios.

Quizás si funcione, ¿no?

plus one | kai havertzWhere stories live. Discover now